El Gran Canaria ni olvida ni perdona a Santamaría

Todos los focos de esta tarde están puestos sobre Roberto Santamaría, el portero del Girona. Sobre el césped, tendrá que aplicar la misma sangre fría que cuando les dijo a todos que se iba de la Unión Deportiva por unos incurables problemas de ansiedad, primero de su mujer y después trasvasados por arte del birlibirloque a sí mismo. La grada del Gran Canaria no olvida ese desprecio del portero navarro, que se hizo mayor en Las Palmas, y hoy juega en Segunda División, cuando alguien le hizo creer que la Isla y la categoría se le quedaban pequeñas.

Santamaría sufrirá primero los daños colaterales de su decisión por parte de la hinchada local y más tarde, cuando se ponga el balón en juego, del frente de ataque de la Unión Deportiva, donde al protagonismo natural de Jonathan Viera se le une la racha goleadora de Álvaro Cejudo. Tampoco es desdeñable la puntería de Javi Guerrero o Guayre. El equipo de Paco Jémez, que añora las galopadas de Vitolo, se ha mostrado como un fiable conjunto anfitrión, mientras que los visitantes a pesar de que atesoran en su estantería un interesante repertorio ofensivo con Peragón, Despotovic y el tinerfeño Kiko Ratón, no terminan de explotar a domicilio.

Raúl Agné ya lo dejó claro en su comparecencia pública previa al encuentro: ante todo, organización defensiva. Los rivales de Las Palmas, en sólo doce jornadas, se han aprendido de pe a pa el libreto del once canario, que se debate en estos momentos entre un estilo desinhibido, que lo ha llevado a la cabeza de la tabla, o amarrar lo posible, que sólo le alcanzó la semana pasada para empatar en el Martínez Valero de Elche.

Los forasteros, invictos en Siete Palmas

El Girona ha visitado en dos ocasiones el estadio de Gran Canaria y no cayó derrotado en ninguna de ellas. La primera vez que los gerundenses pisaron Siete Palmas, en la temporada 2008-09, lograron un empate a dos, después de ir perdiendo por dos goles. En la campaña pasada, el conjunto catalán venció por 0-1 en la jornada 40, que les hizo celebrar sobre el mismo césped la permanencia, a pesar de que la conseguirían en la última fecha.