El perfil | Gareth Bale
El nuevo Giggs empezó destacando al rugby
Cuando Gareth Bale subió al primer equipo del Southampton por la lesión de algunos titulares, Iñigo Idiakez, por aquel entonces con los Saints, anunció lo que algunos sospechaban: "Este tío va para figura". Hace un año y medio, el galés había jugado 23 partidos de liga con el Tottenham y no había ganado ninguno. Hoy, tras su hat-trick ante el Inter, se ha convertido en el jugador de moda. "No me pidas que le ponga precio, no sabría decirte. Es buenísimo", dijo ayer Harry Redknapp.
Corre la leyenda de que podía haber elegido el rugby en lugar del fútbol y, multiplicando por dos la extensión de su musculatura, haberse convertido también en un grande. La realidad es que, como casi todos los estudiantes, jugaba al rugby por obligación y tan pronto como se vio que lo del fútbol tenía futuro, su escuela, Whitchurch High School, le liberó de sus partidos de rugby semanales. Pese a estar obsesionado con el balón redondo, le encantaba participar en las competiciones locales de los 1.500, que solía ganar con regularidad. Formó también parte del equipo de hockey hierba del Whitchurch, que perdió la final de las escuelas de Gales, pese a que el hoy jugador del Tottenham marcó un tanto.
Juande Ramos fue el primero en ver que su posición ideal no era la de lateral, en la que había crecido y donde tomaba demasiadas decisiones incorrectas, y empezó a enseñarle a jugar de interior. Se lesionó y ha sido Harry Redknapp, la experiencia y la continuidad, la que está elevando su categoría y su caché. "Será el primer galés en llegar a las 100 internacionalidades", dice Redknapp. "Se lo merece: ha trabajado duro para convertirse en un futbolista duro de cuerpo pero también de cabeza. Solía quejarse por todo y ahora acepta los golpes de otro modo". Pero será un nuevo George Best o Ryan Giggs: su nacionalidad no le permitirá conquistar los escenarios más grandes.