La sonrisa regresa al Camp Nou

El Barça estaba sometido a una depresión granítica, a un estado mental desequilibrante y desquiciante que devoraba proyectos ideados con una flauta, un gorrito y muchos millones de euros. El Barça de Gaspart fue un equipo/club de pandereta que agonizaba a una historia sometida a un madridismo recio y seguro de sí mismo, comandado por Florentino Pérez que llegó al Camp Nou y se llevó al que entonces era el emblema del equipo por 60 millones: Luis Figo.

El Barça agonizaba hasta que en 2003, con la llegada de Laporta como presidente, Rosell consiguió levantarle la cartera a Manchester y al Madrid, con Ronaldinho, un proyecto de gran jugador, pero del que pocos pensaban que sería un crack. Costó 30 millones de euros que cobró el PSG (algo más de lo que Beckham costó al Real, 25).

Fue aparecer el brasileño en los campos y las cosas comenzar a cambiar. Instaló su permanente sonrisa en el vestuario, la trasladó a los terrenos de juego y la contagió a los aficionados, que se pellizcaban cada vez que sacaba a relucir su magia, aquella que hasta cierto momento supo combinar con las alocadas noches barcelonesas y catalanas.

Cifras. Los números de Ronaldinho fueron de escándalo en el Barça. 207 partidos disputados y 93 goles en cinco temporadas. Fue el embrión a una etapa dorada con dos Ligas y una Champions. El Barça crecía, pero Ronie se diluía como los hielos en un vaso de tubo. Congenió bien con Messi, la esperanza real del Barça de Pep.

Ronaldinho ya es historia en el Barça, pero el Camp Nou lo ovacionará esta noche en la 45ª edición del Joan Gamper en lo que se presume un partidazo. Llega con el Milán, con quién tratará de lucirse. Será una de las estrellas de la fiesta en la que Xavi, Iniesta o Villa deberán rendir cuentas con la veterana plantilla de jugadores dirigida por Allegri. Ilusión no les falta alos italianos, pero las baterías deberán estar bien cargadas para frenar a los culés, que verán como la sonrisa regresa al Camp Nou.