Por ejemplo... Raúl González

Un muchacho escuálido, de personalidad y talento sorprendente, es el mejor jugador del Madrid en la historia. Nadie, hasta hoy, ha jugado tanto ni ha ganado más. En otoño del 94 subió al primer equipo y provocó tantos celos como admiración en sus compañeros ya estrellas. Debutó en Zaragoza, falló cinco goles y aún así fue el mejor. Sólo una semana después descubrimos que lo anormal era fallar goles; pues el derbi contra el Atleti lo resolvió en la primera parte. Desde entonces 15 entrenadores han confiado en él y sus títulos se cuentan por decenas. Entre ellos tres Champions, tres como en los toros, su otra pasión.

Con los años, el futbolista pierde velocidad y desequilibrio; pero gana en liderazgo, madurez y ejemplo. Sólo así perduras año tras año cuando se empina la carretera. Lo sabe y se niega a entregar las armas. Si de algo debe estar orgulloso es de la admiración que provoca entre sus compañeros. Raúl mañana cumple 523 partidos en su club, participaciones siempre generosas y habitualmente llenas de talento. A veces cuestionado en los medios, pero nunca en el Bernab porque su público se niega a olvidar, porque nadie ha dado tanto ni costado menos.