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Liga BBVA | Tenerife 2 - Osasuna 1

El Tenerife gana; el árbitro ayuda

Justo triunfo blanquiazul ante Osasuna. Los locales, mejores antes y después de las expulsiones rojillas. Nino, letal y Ricardo, magistral. El colegiado, fatal

Manoj Daswani
<b>A LOS PIES DEL GOLEADOR. </b>Nino, en plena levitación, celebra su tanto con la afición blanquiazul, mientras que Alfaro y Kome se apresuran para felicitarle.
A LOS PIES DEL GOLEADOR. Nino, en plena levitación, celebra su tanto con la afición blanquiazul, mientras que Alfaro y Kome se apresuran para felicitarle.Juan García cruz y miguel barreto / acan

Se vistió de Primera el Rodríguez López siete años después para recibir con devoción a la liga de los futbolistas grandes, los goles brillantes y los equipos ricos. No defraudó el día del estreno ni tampoco la afición a su equipo, un Tenerife que gusta y se gusta, un escuadrón con hambre de fútbol. Fue la visita del Osasuna una escenificación más del estado de felicidad que instaló el ascenso en la isla del Teide, una muestra más de que cualquier partido en estas latitudes vaya a ser siempre un reto mayúsculo para cualquiera de los rivales. Entregado a los suyos, espoleó a su equipo un Heliodoro lleno e intimidó a los visitantes en una tarde donde ejerció más que nunca de olla a presión. Más todavía por la temperatura altísima y el horario infame, pareció el campo más una sartén que el escenario de una batalla. La ganó el Tenerife, y lo hizo con justicia.

El tránsito a los puntos, eso sí, no fue fácil. Halló curvas y sobresaltos el cuadro de Oltra en el camino al triunfo, labrado en sus señas de siempre y facilitado por la ayuda innecesaria de un árbitro protagonista. Fue horrososa su actuación y gravísimos sus errores en un choque que había enfilado el Tenerife con dificultades serias y el Osasuna, con una soltura pasmosa. Nótese la diferencia entre ambos en que tal vez hubiera dudas aún sobre el rendimiento propio en las filas insulares, más todavía por el aterrizaje aún reciente en la liga dorada. Si las había, eso sí, ya no están. Debieron de desaparecer anoche tras una actuación tan convincente como la que firmaron ayer los locales, aunque el rival, con coartada, se queje. Y con razón. Es más, debe hacerlo porque no fue de recibo que expulsaran a Monreal en tiempo récord: el minuto que separó una amarilla de las dos que recibió, controvertida especialmente la segunda. Pareció que fuera el balón a la mano y no al revés, así que sobró la amonestación que antecedió al 1-0, resultado del desconcierto rojillo pero sobre todo de la irrupción reluciente de un Nino de diez. Peligro constante, no cesó el andaluz hasta reencontrarse con el gol, esta vez en el marco de una jugada maestra cocinada en la pizarra y ejecutada en el césped. Vale que jugaba Osasuna con menos, pero el mérito es de Oltra y de los futbolistas. No es fácil convertir una ecuación en un golazo, y ayer lo hicieron.

Estalló entonces de felicidad el banquillo y lo hizo también un Heliodoro encendido. Aún así, apagó la euforia un zarpazo del rival, otro aviso más al Tenerife de que los errores se pagan. A precio de oro cobró el Osasuna una confusión blanquiazul en la que no se defendió como se debía. Astuto, emergió Pandiani. Es su cabeza un sinónimo de eficacia, y el rifle lo ratificó esta vez hasa anestesiar a un estadio que tenía la victoria a la vista merced a la superioridad local, numérica y futbolística, de un Tenerife que se gustaba.

Lejos de empequeñecerse, ni antes ni después del empate renunció siquiera el equipo canario a los puntos. Sabedor de que tenía recursos para ganar, y así lo había demostrado el envite, fue hasta el final a por el triunfo un Tenerife que nunca renunció a sus enseñas: el atrevimiento... y el sufrimiento. Fue así porque nunca hasta el minuto 90 le echó el candado al botín el conjunto de Oltra, quien pudo ganar por más goles. Marcó la diferencia el de Ricardo, que disfrutó del debut soñado en casa al coronar con una obra de arte un partido notable. Es la Primera su sitio y en ella se da a conocer con detalles como el de ayer, un trallazo portentoso que confirma en él a un futbolista de cine. Debieron de ser los focos para el canterano aunque fueran a parar todos al árbitro, otra vez el árbitro, protagonista de nuevo porque también expulsó a Nekounam. La acción se presume compleja porque pide el Osasuna penalti y expulsión... de Román. Fue el argentino a quien Velasco Carballo vio víctima, así que el desenlace está claro. Roja al visitante y partido muerto. Lo estuvo para los navarros mientras se convertía el choque en un carrusel blanquiazul de ocasiones perdidas. No atinó el Tenerife a ampliar la cuenta, pero le queda a su esfuerzo el premio valioso de la victoria. Camacho, eso sí, tiene excusa.

Concordia presidencial

Miguel Concepción, presidente del Tenerife, cumplió con el ritual de agasajar y colmar de atenciones en la sobremesa antes del choque a su homólogo de Osasuna, Patxi Izco. Los mandatarios compartieron mesa y mantel en un clima de respeto y camaradería exquisito. Además, Concepción obsequió a Izco con una placa conmemorativa de la ocasión.