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El Athletic desafina en el concierto europeo

Nada más conocer la identidad del rival continental, Caparrós expresó su preocupación por la hierba artifical del campo del Young Boys. El primer partido demostró que el problema de la ronda era la inadecuada preparación del equipo, que cayó lamentablemente en San Mamés.

Jose L. Artetxe
FOTOGRAFÍAS: JUAN FLOR Y GAIZKA BILBAO

El mal paso dado en el estreno oficial de la temporada confirmó un aspecto ya observado durante la campaña anterior: la previsión no es el fuerte de Joaquín Caparrós. Un equipo del montón le sacó los colores al Athletic ante su afición y lo hizo, básicamente, porque los rojiblancos llegaron a la cita sin la preparación adecuada. Así de simple y así de incomprensible, al mismo tiempo.

El marcador registrado en San Mamés compromete seriamente un objetivo que en Ibaigane valoran como clave, sobre todo por su vertiente económica (incentivos de los patrocinadores, taquillas, premios que reparte la UEFA). Fernando García Macua ha dejado claro en diversas intervenciones que Europa importa y mucho, pero de entrada, visto el comportamiento del equipo, sus responsables técnicos parecen ajenos a las inquietudes de la directiva.

Cuando gracias al acceso a la final de Copa del Rey se conquistó el derecho a entrar en el bombo continental, aunque fuera pasando por el tamiz de dos eliminatorias de ajuste, no cabía pensar ni por asomo que a la hora de la verdad el equipo no estuviese afinado. Pero así fue como se presentó ante el Young Boys, falto de ritmo, descoordinado, sin argumentos para contrarrestar las virtudes de un conjunto al que le costaría sobrevivir en la Liga española.

Pretemporada.

El césped de La Catedral sí estuvo a punto, en tiempo récord además, pero el equipo en absoluto. La dificultad del cruce con el Young Boys la situó Caparrós en la hierba artificial que se encontrará en Suiza el próximo jueves. Luego se vio que el asunto encerraba mayor complejidad.

Por un lado, la segunda concentración en Isla Canela, con madrugones, chapuzones y risas, no ha servido para que los futbolistas adquieran el tono que toda competición exige. La diferencia de velocidad y frescura respecto, no ya al superdotado Doumbia, sino a los futbolistas suizos en general resultó hasta sonrojante por momentos.

A los jugadores de Caparrós no les quedó otro remedio, y ya desde el primer partido, que tirar de genio y generosidad para tratar de compensar un déficit físico provocado por un cálculo erróneo.

Además, a tenor de cómo discurrió el encuentro, cabe deducir que los informes realizados por técnicos de Lezama sobre el Young Boys se traspapelaron. Es imposible creer que su puesta en escena de Bilbao fuese novedosa, aunque para el Athletic supusiera una inagotable fuente de problemas.

En cambio, el espionaje suizo sí cundió: centrales muy juntitos para ahogar a Llorente, el hombre a vigilar, un medio sin oposición para iniciar las jugadas explotando el espacio que se crea entre Orbaiz-Javi Martínez y Toquero-Llorente. Puntas abiertas con apoyo de laterales largos para mandar en las bandas y dejar que su figura, Doumbia, enredase entre líneas, mientras los pivotes rojiblancos no daban abasto para frenar combinaciones ya iniciadas que rompían cualquier amago de pressing.

En fin, que disminuido el Athletic para el juego sin balón por una deficiente puesta a punto, también se acrecentaron las carencias ya conocidas en sus posesiones: búsqueda reiterativa de Llorente, esfuerzos desmedidos de Martínez para romper líneas conduciendo, Yeste fuera de sitio, los centrales demasiado lejos del resto, nula pausa,...

Los asaltos al área enemiga a toque de corneta y el desgaste sin límites, señas de identidad del once de Caparrós, no son armas al alcance de un bloque sin rodaje. Se comprobó el jueves.

La enmienda.

Después de la derrota y el mal trago, aseguró el técnico que saben lo que tienen que hacer en la vuelta, pues no hay margen para la especulación. Desde luego, no supieron cómo afrontar la ida y la semana previa a la cita de vuelta no da mucho de sí, con dos amistosos ante clubes vecinos y el viaje. Apenas un par de sesiones para amoldarse a la hierba artificial y a jugar ante un enemigo crecido y al que le vale hasta el 0-0.

Europa, que debía alimentar la ilusión, se ha convertido en un engorro y puede devenir en fracaso deportivo y de tesorería. En este supuesto, el problema no será achacable el campo suizo, sino a un error de bulto: la preparación estival.

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