Barcelona | El futuro del club

Laporta busca seguir con el apoyo de la asamblea

Sus argumentos: la estabilidad y el miedo a Florentino

M. Á. Santos
fcbarcelona.cat

Lo que funciona maravillosamente no se toca. Bajo esa premisa, y tras el triplete de esta temporada, Joan Laporta está estudiando seriamente la posibilidad de alargar un año su presidencia, postergando las elecciones y no convocándolas en abril de 2010, que es cuando corresponde. Su idea es proponerlo a la próxima asamblea de compromisarios, este verano.

Si el equipo y el entrenador funcionan y la gente pide no tocarlos, ¿por qué hacerlo con el máximo responsable? Es la pregunta que quiere lanzar Laporta, que se sintió emperador del barcelonismo en el palco del Olímpico de Roma. No le apetece marcharse la próxima primavera, para lo cual debería preocuparse de preparar su sucesión presentando un candidato continuista.

Laporta cree que, tras ver a más de un millón de personas en las calles de Barcelona para celebrar la Champions League, se ha ganado también la continuidad y que el homenaje ciudadano supuso un referendo en pro de su gestión. Y hay otra cosa más, no menos importante, que piensa plantear en la asamblea: la llegada de Florentino Pérez es un peligro que no se puede permitir un Barça exitoso pero metido en un proceso electoral que podría desestabilizarlo.

La intención que está barajando el presidente no es reformar los estatutos del club, de manera que pueda volver a presentarse en las próximas elecciones; eso sería ya demasiado. Lo que sí baraja es presentarse triunfal en la asamblea y solicitar que, dadas las circunstancias y por el bien del club, sería conveniente que se le permitiese seguir un año más. El marco legal lo impide, pero Laporta cree que está en condiciones de proponerlo, ya que su proyecto se ha demostrado triunfal. Eso le permitiría vivir un año más de gloria (con la Copa Intercontinental de por medio) y dejar para más adelante la promoción de una candidatura alternativa.

La aclamación del posible candidato Sandro Rosell por los aficionados culés en Roma, donde tardó tres cuartos de hora en llegar a su asiento, añade gasolina al plan de Joan Laporta.

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