NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Liga BBVA | Málaga 4 - Espanyol 0

El SúperMálaga devora periquitos

31 puntos, primera vuelta histórica blanquiazul. El Espanyol se hundió después del 1-0. Lacruz hizo dos penalti. Los de Tapia, en números de UEFA

<b>UNA FAMILIA, UN EQUIPO. </b>El Málaga celebra en piña uno de los cuatro goles que le endosó ayer al Espanyol.

Apocado, el Espanyol se esfumó hacia el túnel de vestuarios de La Rosaleda de la peor manera, casi dando pena y humillado por el cuarto gol de Albert Luque, que empujó la pelota a medio metro de Kameni y corrió hacia el córner, pase torero, a celebrar los días más felices del Málaga en mucho tiempo. La caída del Espanyol, a plomo, resultó hasta dolorosa. Su descomposición anuncia problemas serios. Así es la vida, según te sonría la fortuna o no. Y al Málaga le va divino, porque enchufó la primera oportunidad que tuvo (Adrián) después de conceder tres remates nítidos del Espanyol al lado de Goitia. El 1-0, como suele pasar con estos equipos que hacen funambulismo, terminó de mandarlo a la lona. El Espanyol sólo fue equipo media hora. Honores al Málaga, que cierra la primera vuelta con 31 puntos, números europeos (¡y a tres de Champions!), los mejores de su historia. Un milagro que ya no parece tal milagro, y que tiene a la ciudad encantada por esa suerte de refundación que Fernando Sanz empezó en 2006 y crece en términos geométricos. Se ve tan cerca de Europa que de lo pobre que ha sido le da vértigo.

Hay aficionados que se van del campo con las manos en la cabeza, incrédulos, pensando si es posible que esté pasando esto. Que un equipo que hace dos eneros estaba casi en Segunda B arrase en partidos de Primera e imparta clínics de fútbol a equipos de la solera del Espanyol. La segunda parte del Málaga puso a La Rosaleda en pie. Por verticalidad, por velocidad, por pegada. Como si fuesen vasos comunicantes, todo eso lo alimentó el Espanyol, que juega desde el desánimo, el peor vicio que puede tener un equipo que pretende escapar del pozo. Así le resultará imposible, porque la primera adversidad le parece gigantesca. El Espanyol se encierra en sus miedos y lo peor es que no cree en sí mismo. No se creyó siquiera que podía adelantarse en el marcador. Luis García perdonó un gol cantado en el minuto 25, y luego Moisés, Jarque y Román también bordearon el 0-1. Todos sus remates fueron sin fe y el que fue a portería lo adivinó Goitia, gigante aclamado en La Rosaleda.

Y como tiene estrella, el Málaga encontró el gol en una combinación primorosa de Eliseu, Apoño y Adrián. El Espanyol supo incluso antes que el Málaga que ese partido ya no estaba hecho para él. Además, el plan de Mané no quedó claro, porque no le fue mal con Román y Sielva manejando el centro del campo. Sin embargo, lo liquidó rápido. Tan pronto como Apoño, infalible desde el punto de penalti (seis de seis) marcó el segundo. La solución Coromina terminó por desequilibrar al Espanyol, que ni siquiera tuvo tiempo de pensar en lo que le espera el miércoles. Esperó que le cayese el último chaparrón del Málaga con una dejación de funciones sangrante. Durante media hora fue una momia, un equipo abandonado a su suerte, el mejor juguete en manos del crecido Málaga, que juega con la confianza que le dio un año entero ganando en Segunda. Y es empujado por su afición. Y tiene fútbol, alternativas, cambios de ritmo. Y eso contagia mucho. Lanzados por Calleja o Duda desde la izquierda o por Apoño en el centro, los contragolpes del Málaga resultan demoledores para velocistas de la condición de Adrián y Luque. Una galopada del asturiano terminó con el primer penalti de Lacruz que, como no quedó contento porque no lo vio claro, le hizo otro de libro a Baha.

El final lo dijo todo. Eliseu se perfiló, disparó, y Kameni, que ya ni sabía por dónde le venían los aguijonazos, no pudo controlar el balón. Entregada, la defensa del Espanyol contempló cómo Luque, fresco y motivado, entregado al quilombo permanente que se montó en el estadio la última media hora, se vistió de luces y le dio el descabello, porque eso fue un descabello en toda regla. Al Málaga concursal que se hundía hace dos años sólo le salvó la fe. Sólo la fe, sea en lo que sea, en Márquez o en Mané, en Paco Flores o Luis Fernández, puede salvar al Espanyol.

El detalle: Adrián, gran partido y fatal rotura

Después de intervenir en los dos primeros goles del Málaga y de estar jugando un partido completísimo, Adrián se rompió en un sprint en el que apuró demasiado después de la paliza que llevaba encima. Se hizo un autopase para superar a Jarque y en mitad de la carrea hizo crack. Mes y medio KO.