Un Murcia congelado

Al Murcia le quedaba, dentro de su extenso repertorio de formas y maneras de palmar, hacerlo con la nieve como invitada. Y perdió. Un gol de Luis Helguera en el arranque, en los mejores minutos de los de Calderón, bastó para que los puntos se quedaran en el Alcoraz, para que el Murcia vuelva por enésima vez de vacío, para que se prolongue una semana más la caída del imperio grana, para que hablar de descenso no sea una exageración y sí una peligrosa realidad con la que convivir. Para completar las desdichas, para confirmar que este Murcia es, además de un equipo sin fútbol, sin resultados, un equipo sin fortuna, los de Clemente, que jugaron gran parte del partido en inferioridad tras la expulsión de Erencia, fallaron un penalti en la segunda parte. Capdevila lo tiró rematadamente mal. Eduardo acertó e imposibilito una remontada que no llegó. Para los oscenses, por contra, la jornada sirve ratificar todo lo bueno hecho hasta la fecha. Tres puntitos más al zurrón y nuevo test ante otro de los grandes, superado. El día y la noche, vamos. Unos, los chicos pobres para arriba y los otros, los ricos camino del pozo.

El experimento de los seis defensas se vio desde el principio que no iba a salir bien. Ni aunque Clemente ponga a todo un ejército delante de Elía consigue que su equipo sepa defender... y de atacar ni les cuento. Una quimera. Mientras los oscenses aparecieron engallados y con chispa, los murcianistas salieron perdidos, desorientados. A merced de un rival que con Roberto y Rubén no tardó nada en ir a por el partido. A estos dos les secundaban Sastre y Camacho, pero fue Helguera el que desniveló el partido a la salida de un córner. Una suerte a la que la parroquia de El Alcoraz le tiene mucha fe (el campo se viene abajo cada vez que hay un saque de esquina) y en la que los de Clemente tienen otra asignatura pendiente. Marcó por agresividad, entrando a morir al primer palo Helguera y de ahí al descanso llegaron las mejores oportunidades de los locales. Casi siempre a balón parado. Elía sacó un disparo a bocajarro al propio Helguera. Al margen de eso, las carreras de Roberto, la insistencia de Rubén y frío. Mucho frío, agua y nieve. De no ser por algún charco podría haber caído alguno más.

Al ataque.

Con ese escenario, con esa ansiedad por ganar, con Clemente improvisando (metió a Iván Alonso de organizador) acumulando delanteros -pasó de seis defensas a casi el mismo número de atacantes- con los de Calderón tirados peligrosamente atrás (jugaron con fuego), el Murcia tuvo el balón... pero no el gol. Mucho barullo, mucho pelotazo, defensa numantina oscense y c'est fini. El choque, un partido para no recordar así como la era de Clemente en un Murcia perdedor.