Liga BBVA | Decimocuarta jornada

Multifútbol

Madrid y Barça se presentan en el vestíbulo del clásico con pintas absolutamente diferentes: los culés, de gala y esmóquin, más líderes tras golear al Valencia jugando al tran-tran. El equipo blanco, hecho unos zorros por otra derrota, esta vez ante un Sevilla que le deja fuera de los puestos de Champions.

Vicente convirtió al Depor en la Roja

Aranzubía se hizo Casillas; Riki corrió como Torres; Manuel Pablo se desdobló con la bravura de Ramos y Lafita se transfiguraba en Villa cada vez que pisaba el área malaguista. No hay mejor complemento vitamínico para un once que la presencia de Vicente del Bosque en las gradas de su estadio. Nada espolea más a los futbolistas españoles porque todos quieren jugar con la Roja, esa máquina de hacer fútbol de la que formar parte ya no es un marrón, sino todo un honor. Lotina, que se asoma otra vez a Europa, ya le debe de haber pedido a Lendoiro dos cosas: una, que invite a Vicente siempre que pueda; o dos, que ponga en el palco una estatua de cera del seleccionador.

El Newcastle espió a un Quero gigante

¿Qué demonios hacía un ojeador del Newcastle en Los Pajaritos? Pues espiar a Juan Quero, el futbolista más bajito de Primera (1,60). Un naranjito mecánico sobre el que se sostienen muchas de las esperanzas de salvación de este Numancia y que ayer, seguro, se le apareció en gigante al espía de las Urracas (así se apoda el equipo británico) cada vez que se acercaba a la meta del Almería, como con ese eslálom eléctrico en el que sirvió el 1-1 a Del Pino. Es lo que tiene este deporte, el más democrático, capaz de atraer a un inglés bigotudo a una grada de Soria y en el que caben gordos y flacos, enanos y cíclopes, dinosaurios, grillos, urracas.

Robben y la desilusión

Decía el serbio Miljanic, entonces yugoslavo y entrenador del Madrid, que "en el fútbol se eligen los hoteles, pero no los rivales". No le puede llegar al Madrid el peor rival, el Barça, en peor momento: derrotado por el entorno, por los resultados, por una grada harta de estar harta y con lesiones de todos los colores. Entre tanta desgracia, el madridismo se había reencontrado anoche con las carreras de un holandés cuya insistencia agita cualquier partido, pero que no ha aportado más porque se rompe mucho, parece fabricado en mantequita: Robben. Ante el Sevilla, las incursiones eléctricas de Arjen fueron de lo poco salvable en el desastre blanco. A las 22:34, sus aficionados habían encontrado una ilusión con la que viajar al Camp Nou. A las 22:35, cuando el infame González Vázquez mandó al holandés a la ducha, esa ilusión se desvanecía en el aire húmedo del Bernabéu. ¿Quien ocupará ahora los suspiros del madridismo optimista? ¿Higuaín? ¿Raúl?

¿Iker resucitado?

Este Simao si triunfaría ahora en el Barça

Luis Filipe Madeira, Figo, tiene un Balón de Oro, cuatro Ligas, tres Scudettos, varias Supercopas, tres hijas, una señora de bandera y una cuenta corriente a la que se le escapan los ceros. Nada de eso se lo agradecerá tanto Portugal como el haber inspirado una legión de futbolistas hechos a su imagen, una escuela de extremos que, como él, poseen gol, toque y capacidad para jugar por ambas bandas: Quaresma, Nani, Cristiano, Simao... A Quaresma y al rojiblanco, entonces aún imberbe, los fichó el Barcelona con la esperanza de clonar al Figo que Florentino se llevó, en un golpe de efecto que desactivaría al equipo culé. Entonces, Simao se estrelló en Can Barça. Ahora, al ritmo de crack que muestra en el Calderón, con partidos como el que jugó ante el Sporting, sería capaz de conquistar el Camp Nou.

El personaje: Henry

Henry logró un hattrick y luego, feliz como un juvenil que acaba de debutar en el primer equipo, se embarazó del balón con el que ha jugado su segundo o tercer partido bueno desde que llegó al Barcelona, va ya para 18 meses. Se quejaba el francés de no salir en punta, su lugar natural en el Arsenal, y así es como ha excusado su pobre rendimiento, en la obligación de ocupar una banda izquierda donde se fueron diluyendo la grandeza y los recuerdos del futbolista precioso y preciso que nos quedaban a aquellos que admirábamos la clase con la que lideró a los gunners. El sábado, con Samuel Etoo penando su ciclo de amarillas, Guardiola le puso arriba del todo y Henry se reivindicó con tres goles, desafiante en sus celebraciones para con esa Prensa y (también, quizá) para con esos aficionados que tantas veces le han criticado durante el último año y medio. Pues sí: igual, estábamos todos equivocados y todavía hay Henry para rato. Igual, Titi tenía razón. Lástima para él que la próxima jornada vuelvan Etoo y sus 14 tantos: el doble de los que, incluido el hat-trick, ha logrado el delantero francés.

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