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Copa del Rey | Sevilla 4 - Ponferradina 0

Las soluciones del genio

Luis Fabiano firma un extraordinario partido con un 'hat-trick' Gol fantasma de Ruben Vega Con Kanouté, el brasileño gana enteros y se crece

Luis Fabiano se marcó un golazo de vaselina
Luis Fabiano se marcó un golazo de vaselinaMorenatti

El Sevilla tiene un grupo de jugadores que desprenden enormes descargas de calidad. Por eso, es intolerable desaprovechar ese potencial. Uno de esos elementos diferenciadores es Luis Fabiano. El brasileño es un lujo, un tesoro que hay que lucir siempre para recrearse. Y si es junto con Kanouté, mejor. Cuando sus cables se conectan su poder goleador es asombroso. Tres exquisitos detalles fueron suficientes para acabar con el sueño del pequeño y reencontrarse con la serenidad. Luis Fabiano mostró el camino de los octavos y sacó al equipo del lío.

La Ponferradina, no obstante, cumplió con lo prometido. Pese al monstruo al que se enfrentaba no se arrugó y colocó las líneas arriba. Quizá, por esta sorprendente valentía del inofensivo gato el león se ocultó para evitar algún arañazo. Y el pequeño zarpazo lo lanzó Irurzun. Le ganó la espalda a la defensa y se encontró una autopista vacía con destino a Palop. Pero, incrédulo ante su gran oportunidad, miró una y otra vez al asistente. Necesitaba que alguien le dijera que era verdad. Cuando entendió que estaba ante la acción de la noche, ya era tarde... Fue el principio del fin.

El Sevilla entendió que debía inyectarle cierta profesionalidad al encuentro. Comenzó a presionar y a recortarle espacios al rival. Las diferencias, entonces, se dispararon. Romaric sí se acomodó esta vez al partido. Con más metros para pensar que en otras ocasiones, su zurda podía convertirse en un arma letal. El ritmo de los pivotes volvió a ser lento; aunque, sin rivales atosigando, la calidad ocultaba ciertos defectos. El equipo se decidió a acabar con la jindama que se apoderaba de los aficionados. Tras varias llegadas insistentes, Romaric le entregó un caramelito aéreo al brasileño, que lo convirtió en una bomba. Con un remate de cabeza demoledor comenzó su espectáculo. El segundo gol lo hizo en una acción parecida a la que tuvo Irurzun. A él no se le nubló la vista y remató la jugada con una vaselina. Un desplante más propio de un maestro como Curro Romero que de un futbolista.

El tercer tanto sevillista fue más rústico, un trabajo de andamio. Con Kanouté, se siente arropado, como un niño junto al padre. En medio de su exhibición, se coló Rubén Vega, firmando un gol fantasma. La Ponferradina no cesó en el intento de alcanzar la gloria, pero los sueños los destrozan los genios reales.