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Liga BBVA | Real Madrid 3 - Athletic 2

Gago inspira al Madrid

Excelente partido del mediocentro argentino, faro que guía los pasos del Madrid y también magnífica la aportación de Higuaín, autor de dos goles. Pésimo arbitraje de Álvarez Izquierdo, que desesperó a los dos equipos.

<b>DOS MÁS.</b> Higuaín firmó dos de los tres goles del Real Madrid.
DOS MÁS. Higuaín firmó dos de los tres goles del Real Madrid.Reuters

El Real Madrid volvió a jugar a impulsos, como acostumbra, combinando momentos de buen fútbol, en especial en el arranque de los dos tiempos, con ausencias injustificables e inexplicables que muchos días acaban por condenarle. No fue el caso esta vez porque contó con la inspiración, la calidad y la capacidad de trabajo de un insuperable Gago en el centro del campo y con el acierto en el remate de Higuaín, tantas veces fustigado por su desenfocada puntería. Si el Madrid, que completó una buena segunda parte, ganó al Athletic fue gracias a Gago e Higuaín, bien secundados por Sneijder.

Gago ha crecido una enormidad desde que aterrizó en el Bernabéu procedente de la Bombonera y ahora el Madrid juega al ritmo que marca el argentino, que demuestra una jerarquía propia sólo de los grandes mediocentros. Ha conseguido hacerse respetar y ya ni compañeros ni afición le observan con recelo. Confían en él tanto como le temen sus rivales, conscientes de que, ausente Guti, que repareció después de su lesión y disputó media hora, todo el juego del Madrid pasa por los pies de Gago. Por los pies y por la cabeza, que procesa todo el partido y los movimientos de sus compañeros con enorme lucidez.

Estuvo en el origen de dos de los goles del Madrid, el primero y el tercero, y aportó el equilibrio defensivo que necesita todo conjunto. Es el ancla que sujeta al equipo cuando se aventura a navegar en mar abierto, en medio de la tormenta, algo que acostumbra a suceder en determinados momentos de todos los partidos. Cuando eso sucede y el Madrid parece más perdido surge la figura de Gago para evitar el naufragio. Sus actuaciones son un espectáculo y deben empezar a ser valoradas en su justa medida. Máxime cuando debe multiplicarse en defensa para compensar la poca dedicación en esa faceta de Sneijder y Van der Vaart, sus compañeros de viaje en el centro del campo.

Le robaron parte de los focos Higuaín y Sneijder, los más brillantes del equipo frente a la portería rival. El argentino firmó dos tantos, que pudieron ser cuatro si el pésimo árbitro Álvarez Izquierdo, que regaló una actuación deplorable, no le hubiera anulado uno a los siete minutos por un inexistente fuera de juego que rompía Amorebieta y si un disparo a los cinco de la reanudación no se hubiera estrellado en el larguero.

El tercer elemento en el que se apoyó el Madrid para superar al Athletic fue Sneijder, que volvió a ser el mejor socio de Gago en el centro del campo y el perfecto enlace con el ataque, labor en la que debería aportar mucho más su compatriota Van der Vaart. Sneijder abrió el marcador cerca del cuarto de hora, cuando recibió un perfecto pase de Heinze entre líneas y batió a Iraizoz con un zurdazo teledirigido aprovechando la torpeza de Balenziaga al romper el fuera de juego.

Respondió al Athletic con un cabezazo de Llorente a la salida de un córner que entre las manos de Casillas y las piernas de Marcelo impidieron que terminara en gol. Sin tiempo para que el Madrid se recuperara del susto, el temblor de piernas le entró al Athletic, cuando vio a Sneijder mandar un disparo al poste.

El encuentro era vibrante, intenso, jugado con rapidez e imprecisión, la mejor fórmula para que las ocasiones nacieran sin cesar. Y en ese panorama es cuando más brillan los hombres que saben mantener la calma, el equilibrio, como es Gago. A la media hora el argentino recuperó en el centro del campo, combinó con Van der Vaart, que dejó la pelota con el tacón a Higuaín, que aprovechó el hueco provocado por el movimiento de Raúl y batió a Iraizoz con la zurda. Una excelente jugada bien ejecutada y mejor definida.

Como magnífica fue la acción que originó el primer gol del Athletic, firmado por Etxeberria después de una combinación muy bien llevada por la banda derecha.

El árbitro, Álvarez Izquierdo, ya había dejado algunos apuntes de su nula capacidad para dirigir un partido de Primera División, pero lo que vino a continuación fue una colección de despropósitos que perjudicaron a los dos conjuntos. Si ya había irritado al madridismo con el gol anulado a Higuaín, terminó de caldear el Bernabéu al señalar un rigurosísimo penalti por un manotazo de Heinze a Llorente. Transformó el lanzamiento desde los once metros Iraola y el partido volvió a comenzar en el segundo tiempo. Antes, Álvarez Izquierdo debió expulsar a Marcelo por una patada sin sentido y a media altura a Etxeberria.

Después del paso por los vestuarios el Madrid salió más centrado, más metido en el choque, que pudo solucionar a los cinco minutos, cuando Higuaín y Heinze hicieron doblete en remates al larguero. Más acertado estuvo el argentino al cuarto de hora. Gago, otra vez, le robó el balón a Yeste, combinó con Higuaín y éste batió a Iraizoz en el mano a mano.

Ya no se movió más el marcador y el protagonismo lo tomó, si es que lo había dejado, el árbitro, que a falta de un cuarto de hora expulsó a Amorebita por entrar por detrás a Higuaín. Cuando el choque agonizaba no pitó un claro penalti de Pepe a Llorente, que antes mandó un tiro al poste.

Respiró de alivio el Madrid por la victoria, se lamentó el Athletic por irse de vacío cuando había hecho lo más complicado, como era igualar un 2-0 en contra, y se marchó Álvarez Izquierdo después de haber coleccionado críticas de los dos conjuntos por sus errores. Demasiados para una Liga como la española y que no distinguieron colores. Repartió sus equivocaciones entre los dos bandos.

No echó de menos el Madrid a Sergio Ramos, que vio todo el partido sentado en el banquillo, y fue sustituido por Míchel Salgado con la profesionalidad que le distingue. Si no añoró al sancionado Van Nistelrooy fue por la inspiración en el remate de Higuaín, que cuanto más se movió por el centro del ataque más brilló. Todo lo contrario que Raúl, que en los últimos encuentros aporta lo mismo en casa que fuera. Muy poco. Más inspirado estuvo Robben, que abrió el campo por las dos bandas, en especial por la derecha, pero al que alguien le debería recordar que el fútbol es un juego de equipo y sólo hay un balón para los 22 jugadores. Si continúa mostrándose tan individualista quizá haya que regalarle una pelota para él y que los otros 21 futbolistas jueguen con otra.