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Primera | Valencia 3 - Atlético de Madrid 1

Villa anima el adiós de Cañete

El asturiano llega pletórico a la Euro. Emotiva ovación final al portero. El Atleti sólo se animó con el Kun. Protestas contra Soler en la grada

Damiá Vidagany
<b>SIN RIVAL. </b>El Valencia dominó de cabo a rabo desde el primer gol. En la imagen, Villa centra el balón que posteriormente Seitaridis acabaría introduciendo en su portería.
SIN RIVAL. El Valencia dominó de cabo a rabo desde el primer gol. En la imagen, Villa centra el balón que posteriormente Seitaridis acabaría introduciendo en su portería.

David Villa dio sentido futbolístico a una tarde a la que Cañizares adjetivó como histórica y en la que el Atlético colaboró como invitado ejemplar: ni molestó, ni quiso hacer mucho ruido. La noticia atlética estuvo en la sala de prensa, en la que Aguirre confirmó, ante la escasa sorpresa de los presentes, que seguirá en el banquillo atlético. Volviendo al gran protagonista, el portero más importante de la nonagenaria historia del Valencia tuvo un adiós emotivo, pero todavía nada acorde con sus méritos. Siempre recordará como última sensación en Mestalla un aplauso rotundo y unánime de admiración, que le acompañó en sus últimos pasos por la hierba del viejo coliseo valencianista. No cabía otra, aunque un estadio lleno, un reconocimiento de la entidad y un cargo en el organigrama hubiera sido lo justo. A los héroes, a los que han edificado leyendas y construido el álbum de un sentimiento colectivo, hay que darles una despedida a esa altura. Dentro de lo posible, porque Valencia vive una guerra civil, se acercó. Sus hijos, Carlota, Olivia y Lucas lloraron su adiós y, junto al banquillo, le esperaron para darle el último abrazo Helguera, Edú, Albiol y Villa, que quién sabe si también jugó su último rato con un murciélago en el pecho. El Guaje es una bicoca en el mercado y un seguro para La Roja. Acaba la temporada poderoso, hambriento y con ganas de reivindicarse en la Eurocopa, pidiendo los galones que merece por su rotundidad goleadora. Sus cifras finales, pese al desastre colectivo y haberse perdido diez partidos por lesión, son demoledoras: 18 goles.

No es académico redactar una crónica y transcurridas tantas líneas no haber deslizado una letra sobre el juego, pero es que hubo poco que contar. La segunda unidad del Valencia fue infinitamente mejor que los suplentes atléticos y da fuerza a una teoría muy personal de quien suscribe, con la lógica reserva del favor motivacional claramente decantado en favor de los locales: el Atlético tiene peor plantilla pero mejores dirigentes que el Valencia. Mejores porque no se han vuelto locos, porque no se han dedicado a debilitar a sus profesionales -aunque no se les tenga enorme fe- y porque no han intentado reiventarse en medio del ejercicio. Bien Suso, bien Gil Marín. Y bien Aguirre, también, porque ha clasificado al equipo para el Olimpo europeo de la Champions, aunque su color haya sido el gris. La pregunta no es si cambiar al entrenador hubiera desequilibrado la entidad, sino si con el mexicano, con dos campañas ya a cuestas como objeto de estudio, hay certeza de dar el salto para competir a primer nivel continental. Uno piensa que el Atleti necesitará reforzarse hasta los dientes en defensa y el medio campo (falta un líder, un Albelda, quizás).

Tras la primera parte, en la que Abbiati evitó el sonrojo colchonero, el partido ya derivó hacia una cuenta atrás rumbo a un final de partido morboso. El observador valencianista acudía al estadio para analizar las protestas contra Soler y sus adláteres; para comprobar qué grado disuasorio a la crítica tenía la presencia del trofeo de Copa o, por último, certificar si la grada abroncaba a la plantilla. Nada de ello se dio con rotundidad, aunque Mestalla fue un campo minado de pancartas contra su máximo accionista. A algunos les ha costado, pero la certeza de que ya se ha identificado a buenos y malos fue una evidencia. Se resume en dos sábanas que ondearon al viento de tormenta: 'Cañizares D10S', la primera;'Soler no engañes más a la afición Vete ya', la segunda.

Tampoco el Atlético pudo ofertar nada en el césped que distrayera la espera tribunera. Seitaridis, Zé Castro, Valera, Mista... nadie pintó la cara a su técnico por no haberles dado bola. Aportaron su presencia e igualar en número al contrario, al menos hasta que entró el Kun Agüero. Incluso rodeado de postes con su misma camiseta y sin motivación alguna, es un torrente de detalles. En tribuna, un aficionado celebró su gol haciendo una reverencia. "Ha valido la pena venir sólo por su gol", comentaba. Es muy bueno, sí. Pero va a necesitar mucha más ayuda que Simao, Raúl y Forlán para pelear en la élite.

Hubo despedida de Cañizares

El portero de Puertollano disputó ayer su último partido con la camiseta del Valencia. Cañizares se despide del conjunto blanquinegro después de 10 temporadas en Mestalla. Y lo hizo como titular y en un partido en el que estuvo acertado. Se llevó la ovación de la grada y aún no sabe si colgará las botas.