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Los serbios, los agentes y el Chelsea

Bojan no es uno más, ni un invento de la Prensa, ni la enésima esperanza. Bojan es un fuera de serie, un niño prodigio al que hay que cuidar y mimar por el bien de la Selección. Muestras de su brillo hay muchas pese a sus 16 años. Un ejemplo. Luxemburgo. Europeo Sub-17 de 2006. Los representantes y ojeadores subrayan su nombre alarmados. Por la calle le paran para convertirse en su agente. ¿El motivo? Con 15 años, es decir, dos menos que el resto, se había convertido en el mejor jugador y pichichi del Torneo. ¡Y jugando sólo las segundas partes!

Su futuro es inmenso tanto en el Barça como con España. Serbia, por cierto, no pierde la esperanza de contar con él en la absoluta. En el Europeo antes mencionado se sentaron con él, le mimaron, le adularon. Su padre es serbio, pero Bojan les dijo que nones. Tampoco tuvo reparos en decirle que no al Chelsea. Ni los innumerables ceros que le ofrecían ni el puesto de trabajo para su padre que iba incluido en la oferta pudieron convencerle. Él sabía cuál era su camino. Un camino que ahora pasa por Segunda B y acaba donde los más grandes.