Ronaldinho y Deco dieron plantón a 12.000 hinchas

Unos se fueron indignados; otros enfadados y la mayoría con una sensación que se define con una palabra no apta en el libro de estilo de este periódico. Si alguien hubiera ideado una apuesta a si aparecían o no Ronaldinho Gaúcho y Andersson da Souza, Deco, posiblemente se habría arruinado. La Barcelona azulgrana y la España futbolera ya se esperaban lo que sucedió en la mañana de ayer. Ni uno ni otro se dejaron ver en la sesión ni en la habitual visita que los futbolistas profesionales acostumbran a hacer estos días a diferentes recintos hospitalarios. Pese a todo, 12.000 valientes quisieron desafiar a la lógica más evidente, se cargaron de prendas contra el frío para ir a ver a los jugadores de Frank Rijkaard y llenaron las gradas, por primera vez en mucho tiempo de un Mini Estadi sumido en una profunda depresión futbolística (el Barça B y C, que habitualmente juegan allí, son últimos de sus grupos de Segunda B y Tercera) y amenazado por un plan urbanístico que podría hacerle desaparecer en poco tiempo.

Mientras el equipo seguía preparando el partido del domingo ante el Getafe, los medios estaban pendientes de ubicar a los dos brasileños. El departamento de comunicación del club no daba abasto para atender las constantes preguntas. La versión oficial de la entidad era que ambos estaban en las instalaciones (se especuló con que andaban por el gimnasio), pero ese guión se cayó a trozitos cuando ni uno ni otro fueron al Hospital de la Vall d'Hebron (Ronaldinho) ni al de Sant Joan de Déu (Deco), donde los chiquillos enfermos les esperaban con muchísima ilusión. Era evidente.

Márquez. Quien sí apareció a primera hora de la mañana en las instalaciones del Barça fue el mexicano. Ausente en la sesión del miércoles, Márquez se ejercitó con sus compañeros. El central será titular ante el Getafe. En cambio, los que podrían perderse el encuentro serían Gio van Bronkhorst, Thiago Motta (ambos están pasando un proceso gripal) y Oleguer Presas, con molestias en la rodilla derecha. Rijkaard deberá mover hilos para hacer un buen equipo y para evitar lo que puede ser la primera crisis del 2007.