Amistoso | Francia 3 - China 1
Zidane falló un penalti en su despedida de Francia
Los de Domenech ganaron in extremis y con un gol en propia meta
Francia no está para tirar cohetes. No hay duda. Ayer necesitó de una carambola para batir a China en un día en el que dejó más dudas que otra cosa. El partido comenzó frenético. Los asiáticos tuvieron una gran ocasión para ponerse por delante, Cissé se rompió la pierna en una acción escalofriante, de las que revuelven el estómago, y Zidane mandó a las nubes un penalti al más puro estilo Beckham, resbalándose antes de lanzar. Y todo ello en 13 minutos.
Domenech miraba al suelo por la lesión del futbolista del Liverpool, pues no es que los franceses anden muy sobrados de arietes. Sus compañeros tragaban saliva. Podían haber sido ellos, pensaban. El silencio del estadio presagiaba lo peor y la pierna doblada de Cissé prácticamente lo confirmaba. Adiós al Mundial. Con la imagen aún fresca en la memoria, Francia fue poco a poco volviendo a entrar en el encuentro. Le costó, por cierto. Y le costó bastante. China no es gran cosa, pero no deja de ser un rival incómodo, como la mayoría. A día de hoy, sólo Brasil parece en disposición de ganar sin mirar a qué equipo lo está haciendo. Francia, con o sin Henry, también tiene que cocinar a fuego lento los encuentros para sacarlos adelante. Y a eso se dedicó todo el tiempo.
Sin mayor criterio que la inercia de atacar por saberse superior, el conjunto de Domenech pasó a dominar el choque. China se revolvió, lógico, pero enseguida entendió que los galones los llevarían los Zidane y compañía. Así, en una acción que nació en posición dudosa, Henry encontró un callejón en el área y habilitó a Trezeguet, como siempre preparado para empujar el balón. Pero la historia no se escribía tan sencilla.
Incapaces de encontrar un patrón de juego, los franceses se fueron aburriendo tanto que Abidal quiso ponerle picante al asunto cometiendo un claro penalti. Zhi Zheng lo convirtió y volvió a poner a Francia contra las cuerdas. A borbotones, el equipo de Domenech vio pasar los minutos sin fruto y tuvo que ser un gol cómico de los chinos en propia puerta el que decantase la balanza. El posterior gol de Henry sólo fue maquillaje.