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Ya no hay líderes como él

Fernando Sanz asume como capitán del Málaga responsabilidades de las cuales todos los entrenadores que ha tenido se han escaqueado (le han delegado-emplumado). Ser líder de un colectivo supone: ser jefe, orientador, amigo, cabo furrier o interlocutor con los 'grandes jefes'. El capitán es la persona que introduce a los jóvenes, aglutina a los veteranos, y guía a una plantilla sobre lo que se debe y no se debe decir a la Prensa para mantener el buen ambiente en el sagrado vestuario. Ese líder, si las cosas van mal, une a los distintos grupúsculos para que, bien en una comida, o en una barbacoa aseguren el bien común.

Lo que Fernando ha hecho por el Málaga no se paga con dinero. Pero este desinteresado trabajo por el bien de su equipo ha chocado con el eterno 'sector cabreado' acostumbrado a hacer del club su santa voluntad en aras de su interés sin importarle el bienestar de la entidad. Tanto celo ha puesto, que, inconscientemente, dejó en un segundo plano su rol de futbolista. Su cabeza estaba en veinte frentes y mientras sus compañeros salían beneficiados con sus valientes mediaciones, él no rendía como sin duda hubiera deseado, lo que le ha relegado a la suplencia. Pero quedan pocos líderes como él. Apenas Pablo Alfaro. ¡País!