Primera | Atlético

Gil, 17 años de pasión: del doblete al descenso

Durante su volcánico mandato el Atlético tocó techo y fondo

El 28 de abril de 2002 viví con Jesús Gil uno de los momentos más emocionantes de mi vida. El presidente me invitó a su casa de La Moraleja a seguir el Recreativo-Leganés. Si el conjunto pepinero ganaba, el Atlético salía del infierno y retornaba a Primera. Ganó el Leganés y el club del Manzanares dejaba atrás una de las etapas más tristes de su historia. A Gil le pesó mucho ser el dirigente que bajó al Atlético a Segunda después de setenta años siempre entre los mejores del fútbol español. Por eso no me extrañaron ni los nervios ni la felicidad que compartí con él cuando, por fin, el Atlético volvía a Primera, ya en su segundo intentona.

En su mandato, el club del Manzanares tocó techo logrando el doblete, cosa que nunca antes había logrado, y también fondo, con el descenso. Siempre en el vaivén, no había punto intermedio, como sucedía con su vida. En sus primeros años convulsionó el fútbol español con tanto cambio de entrenador y fichajes. Eran los tiempos de un Gil imparable, en guerra continua con los árbitros, con los dirigentes e incluso con su propia afición.

Pero siempre intentó, peleó y luchó para construir un Atlético grande. Logró sus primeros éxitos en 1991 y 1992, con dos Copas, la segunda inolvidable, en el Bernabéu. Ese año 92 fue histórico: a los goles de Futre y Schuster a Buyo (lo más de lo más para muchos atléticos) se unieron momentos duros: la transformación del Atlético en Sociedad Anónima Deportiva. Gil salvó al equipo del descenso a Segunda B en el último instante. Cuando hubo que poner dinero nadie quiso hacerlo. Ese año desapareció la cantera, donde jugaba un tal Rául. Después de dos años de juguetear con el descenso llegó el doblete, el paseo ante un Madrid más que nunca de rojiblanco, la Champions, la lentilla de Aguilera y el penalti fallado por Esnáider. Nadie fue más feliz que él.

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