Trofeo Bernabéu | Real Madrid 5 - Selección MLS 0

Show en el Bernabéu

Fiesta ante un equipo sin dientes. Ronaldo hizo dos goles y demostró poderío. Enorme ovación a Woodgate, que jugó seis minutos

El Madrid ganó el Trofeo Bernabéu y mejoró su imagen de los últimos encuentros, lo que no significa que jugara especialmente bien, sino que volvió a presentarse como ese equipo alto y guapo que desmaya a las mocitas y a los japoneses en general.

El encuentro contra la selección de la Liga de Estados Unidos tuvo muchísimo de exhibición y poco o nada de competición, y a ello colaboraron dócilmente los americanos, que resultaron los invitados perfectos porque son educadísimos y no rompieron nada, ya nos hicieron sospechar cuando los vimos en el Museo del Prado.

Esa concepción del partido como show-business permitió al Madrid ciertas licencias, algunas excesivamente licenciosas, como el hecho de que un actor saltara al césped y saludara al público junto a los futbolistas blancos. El mismo tipo calentó por la banda durante la segunda mitad y al final hasta se fotografió con el trofeo con el resto de la plantilla. En el colmo del delirio, un futbolista americano quiso cambiarse la camiseta con él.

Puestos a experimentar, el partido sirvió también para que Luxemburgo le pusiera un pinganillo en la oreja derecha a Raúl, asunto especialmente irritante. Cualquiera que haya jugado al fútbol sabe lo insufrible que es escuchar los gritos del entrenador desde la banda, como para tenerlo encima zumbando en el tímpano. El pinganillo distrae al futbolista y le obliga a estar pendiente de asuntos colaterales. También delata la falta de confianza del entrenador en que los jugadores sean capaces de leer los partidos y, sobre todo, deja clara su intención de controlar hasta lo que debería ser necesariamente incontrolable. Un maravilloso despliegue electrónico para que luego sea Ronaldo, un alma silvestre, quien marque las diferencias.

El invento tiene otros inconvenientes. Por un lado, no es ni siquiera estético: entre el walkie para conectarse con el espía del tejado y el emisor que sintoniza con el jugador el banquillo del Madrid parece el centro de operaciones de Cabo Cañaveral. Y plantea una duda: caso de ser sustituido el futbolista-parabólica, ¿debe ceder su sonotone a un compañero? ¿es eso higiénico? ¿da calambre?

Pero no sólo hubo extravagancias en el Trofeo Bernabéu, también hubo goles, todos magníficos. Ignoro cómo quedará la película que rueda ese actor entrometido, pero el Madrid rodó ayer un trailer excelente, pues su juego fue una sucesión de chispazos sin meollo, cinco minutos espléndidos si el montaje de las imágenes es el adecuado.

Beckham abrió la cuenta con un preciso lanzamiento de falta que se coló por el palo que debía defender el portero, que estaba oculto tras la barrera, quizá esperando que la pelota buscara su escuadra más lejana. Antes no había ocurrido mucho, si acaso una arrancada de Ronaldo que despertó la ovación de público. Tal vez fue un presagio.

El gol no cambió absolutamente nada en el equipo americano, que siguió ejerciendo de extra con esmerada aplicación, y tampoco modificó mucho en el Madrid, cuyo juego sigue sin evolucionar demasiado. Se apreció que Luxemburgo ha ensayado la subida de los laterales, pero se confirmó también que tanto a Michel como a Roberto Carlos les queda por delante un carril demasiado largo y eso les obliga a soltar la pelota metros antes de llegar a la meta.

Baptista sigue sin adaptarse a la banda izquierda, aunque sea como punto de partida para ocupar otras zonas del campo. Beckham no termina de ajustarse y Gravesen se confirma como mariscal del medio campo, lo que dice mucho de él pero poco de la amplitud de miras del equipo, pues el danés, lo recuerdo, fue fichado como banderillero y no como matador de toros.

Sin embargo, todos esos problemas, que existen, no impiden que el talento se le caiga a algunos jugadores de los bolsillos. Así, un fabuloso pase de Zidane puso en órbita a Ronaldo, que logró el segundo gol con un enorme zapatazo. Semejante fue el tercero, también a la carrera y también de Ronie, aunque en esta ocasión la asistencia fue de Baptista. Tal vez sea esa la mejor noticia que ha recibido el Madrid a cuatro días del comienzo de la Liga: Ronaldo ha vuelto.

Los aficionados. Como el público se sentía a gusto, confiado en el resultado y pendiente sólo de los acercamientos al área, comenzó a fijarse en los alrededores. Primero ovacionó el calentamiento de Guti, que ha pasado de hijo rebelde a predilecto. Y luego, para sorpresa de algunos, silbó las intervenciones de Pablo García, lo que fue censurado por otra parte del estadio provocando una considerable escandalera. El uruguayo tendrá muchos problemas para que el Bernabéu aplauda su estilo.

Pero la gran ovación de la noche llegó cuando saltó al césped Woodgate, a cuatro minutos del final, seis minutos de terapia con el descuento. Su historia y su apariencia medio desvalida ha tocado el corazoncito de los aficionados, que se han rendido a él. Al menos, hasta que comience el fuego real.

Guti, con un tanto sublime, y Raúl, que culminó una estupenda pared con Portillo, cerraron la cuenta goleadora, partidos así sólo pueden terminar 5-0. Bonita fiesta, demostración de poderío de Ronaldo y rehabilitación mental y física de Woodgate. No sirvió para más el encuentro, no se puede extraer ni una conclusión. El Madrid acudirá a ciegas a Cádiz, sin conocer su verdadera altura, mucha o poca.

El detalle: Florentino, con Don Garber

El presidente del Real Madrid estuvo ayer acompañado en el palco de Don Garber, el comisionado de la Major Soccer League americana.

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