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Primera | Real Madrid

Diagnóstico: un buen tipo que ha tenido mala suerte

El inglés sabe que afronta su última oportunidad. El presidente del Newcastle presumió de haber vendido chatarra

<b>OTROS TIEMPOS. </b>Woody protege el balón ante Diouf en un Liverpool-Leeds disputado en octubre de 2002.
REUTERS

Es de sobra conocido que Jonathan Woodgate le tuvo que preguntar a su agente varias veces si el interés del Real Madrid era cierto. El central estaba en Múnich intentando recuperarse de su última lesión, que le había dejado sin jugar desde el abril anterior y llevándole por el camino de la amargura desde hacía años (en el Newcastle participó solamente en 28 partidos de Liga en 18 meses).

La prensa local sugería que no había doctor que pudiera devolverle al nivel que había jugado. El seleccionador inglés, Sven Goran Eriksson, gran admirador suyo, dejó de seguir con detalle su progresión, entristecido por lo que le contaban. Mientras tanto, Woodgate seguía a rajatabla lo que le pedían los doctores del Newcastle, sin resultados...

Woody se ha encogido los hombros diariamente en estos meses. Al "¿cómo te va?" obligado que le preguntaban periodistas y amigos, respondía con cara de resignación. Y bromeaba sobre lo que le está pasando: la salida típica de cualquier inglés que prefiere autoinmolarse a reconocer el dolor, en su caso, de no poder sentirse futbolista.

Woodgate ha aprovechado el tiempo: conoce Madrid mejor que Beckham y habla un español de calle que asombra diariamente a los fisios que han hecho de profesores de idiomas, además de confidentes.

Nadie le conoce bien pero todos sospechan que hay un poco de McManaman en Woodgate. Y tienen razón: Woody es un buen tipo con mala suerte.

Y con muy buena prensa. A Sir Bobby Robson, ex entrenador del Newcastle, le dio rabia perderle porque sabía que tenía potencialmente al mejor central inglés, pero no puso pegas a su venta porque no tenía claro su futuro. Los jugadores que han compartido vestuario con él aseguran que valdrá la pena la espera porque tiene la contundencia de un central inglés, pero también el pase de uno europeo. El único que se desmarcó y, que para hacer felices a sus aficionados, presumió de haber vendido chatarra a los merengues es Freddy Shepperd, el presidente del Newcastle que tiene en Inglaterra tan mala reputación como le sobra labia.

Woodgate se ha escondido. Ha hablado en privado con su círculo cercano y, tras pasar por algunas radios, ha puesto buena cara al mal tiempo en los últimos meses, intentando ocultar su frustración y sus dudas. No es su estilo: le gusta hacer bromas sin agendas ocultas, divertirse dentro y fuera del campo, hablar y sentirse importante. Desde este verano tendremos la ocasión de oírle y finalmente verle jugar. Woody sabe que está a las puertas de la que será, posiblemente, su última oportunidad.