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Primera | Atlético de Madrid

Gronkjaer: "El Atlético ha transformado mi vida"

El danés reconoció que en Inglaterra "las cosas no le iban bien"

<b>BÁSICO EN LA BANDA. </b>Jesper Gronkjaer siempre crea peligro en la banda derecha del Atlético.
JESÚS aguilera

Jesper Gronkjaer (Nuuk, Dinamarca, 1977) ha desatascado la banda derecha del Atlético. El danés desborda, crea juego, peligro, ha insuflado oxígeno al equipo. Y viceversa: "El Atlético ha transformado mi vida. El cambio me ha sentado muy bien. Todo ha sido nuevo para mí: el país, la cultura futbolística, los rivales", reconocía el jugador. "Era lo que necesitaba porque las cosas no me iban muy bien en Inglaterra", matizaba. Y es que este verano supuso un punto de inflexión para él, tanto en lo personal como en lo profesional.

En junio, Gronkjaer debutó en la Eurocopa a la semana de competición. La enfermedad y posterior muerte de su madre le obligaron a abandonar la concentración en Portugal y viajar a Dinamarca para estar junto a ella. Y a ella le dedicó el gol que marcó contra Bulgaria. A Dinamarca la eliminó Chequia en cuartos de final. En julio cambió el Chelsea por el Birmingham City: tras 112 partidos y 8 goles en cuatro años, Rainieri, entonces entrenador del Chelsea, apenas le daba minutos. Y cuando Mourinho llegó al banquillo, no lo quiso. En los cuatro meses que jugó en Birmigham pasó de fichaje estrella a cabeza de turco. El equipo, de la parte media baja de la tabla, no cumplía las expectativas y, como reconoció su presidente David Gold, "los aficionados la tomaron con él". Cuando Toni Muñoz, director deportivo del Atlético, anunció su fichaje en el mercado de invierno había jugado 15 partidos con un gol.

Gronkjaer debutó ante el Real Madrid, el 9 de enero en el Calderón. 78 días después, en lo profesional, se ha asentando en el once de Ferrando y, en lo personal, sigue siendo un hombre tranquilo, familiar y tan comprometido con el medio ambiente que para desplazarse de Majadahonda, donde vive, al Calderón usa el tren y no el coche. Lo único que le falta, y él lo reconoce, es soltura con el español: Hoy "a duras penas" puede mantener una conversación. Pero eso en el campo no se nota.