Trofeo Ciutat de Barcelona | Espanyol 2 - Udinese 0

Dani y Tamudo golearon en un prometedor estreno

Gustó mucho Serrano, que hizo vibrar a los aficionados

carlos mira

Hacía mucho tiempo que en el Estadi Olímpic no se disfrutaba tanto viendo un partido de fútbol. Tanto, que algunos de los 8.100 espectadores que acudieron a la puesta de largo del Espanyol comenzaron a soñar con hacer una tremenda temporada y con la posibilidad de jugar la Copa UEFA de la próxima campaña. Pero hay que ir poco a poco. El primer paso, el de jugar en casa por primera vez esta pretemporada, se saldó con buena nota. No fue sencillo jugar ante el Udinese, clásico equipo italiano cerradito atrás y que vino con la intención de endurecer el partido desde el pitido inicial.

La primera parte sólo tuvo una dirección, la de la portería italiana. El equipo, dirigido con acierto por Iván de la Peña, encontró en Óscar Serrano un estilete perfecto. La jugada se repetía una y otra vez: el cántabro abría el juego a la zurda y el gerundense buscaba la línea de fondo. Dio unos centros buenísimos, templados y al corazón del área. Dani tuvo el gol en dos ocasiones, aunque todo acabó en nada.

Pero al final se rompió el cerrojo italiano. Nada más arrancar la segunda parte, Tamudo se inventó una jugada por la zurda. El balón acabó en los pies de Serrano, que aprovechó para asistir a Dani; el delantero colocó el balón por la escuadra izquierda. Un golazo, que hizo levantar el Olímpic y que instaló la ilusión en unas gradas que quieren olvidar el pasado más reciente del equipo.

Pero la historia se complicó. El árbitro, que no entendió el espíritu del amistoso, decidió expulsar a Ito, que se toma cada partido como si se tratara de la final de la Champions. Y ese ímpetu del extremeño no lo comprendió Moreno Delgado, que lo único que consiguió fue romper los esquemas de Lotina, que nunca pensó hacer un ensayo tan serio con diez jugadores en el campo. Pero no pasó nada. Minutos antes de que Toni Soldevilla volviera a recibir el cariño de los aficionados, Tamudo había transformado un penalti que Limberski, muy inocente, había provocado sobre el mismo capitán.

El trofeo Ciutat de Barcelona se quedó en Montjuïc. Hacía tres años que no se conseguía. Comienza el curso de manera diferente. Hay buena vibra. El proyecto Lotina sigue creciendo, pero lo serio y lo bueno comienza en dos semanas.

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