Eurocopa 2004 | Grecia-R. Checa

Karagounis: "No somos Brasil, ni queremos serlo"

Grecia, orgullosa de su estilo defensivo. Vryzas: Hacemos un juego económico.

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Vivir en la pasarela Milán no ha convertido al griego Karagounis en un tipo elegante. Se jacta el medio de Pyrgos (pequeña localidad helena donde aún bailan Syrtaki y se emborrachan con Retsina, el vino del Peloponeso) de no ser un gentleman, ni en la calle ni en la cancha: sus prominentes orejas y sus maneras futbolísticas así lo atestiguan. Karagounis tiene potencia, lucha y la pizca de clase suficiente como para que el Inter lo fichara de su equipo de toda la vida, el Panathinaikos. Él reclama su éxito y el de su selección: No jugamos bonito, ¿y qué? Estamos donde estamos con nuestro sistema. No somos Brasil, ni tampoco queremos serlo.

No hace falta más que revisar la estadística y descubrir el juego ultraresultadista que practica la Grecia de Rehhagel. Durante la fase de clasificación, los helenos ganaron a las debiluchas Armenia e Irlanda del Norte por un discreto 2-0 y en los últimos cuatro partidos, los que le dieron la clasificación, por el resultado más eficiente conocido: 1-0. Por un punto de diferencia mandaron a España a la repesca y, ya en Portugal, los griegos volvieron a cargarse a los de Sáez, esta vez rizando el rizo: igualdad de puntos, misma diferencia de goles y un tanto más a favor que España.

Otro 1-0, cómo no, tumbó a Francia en cuartos y convirtió la segunda semifinal en una lucha de estilos, de clases quizá: la selección más eficiente y obrera (Grecia) ante la más espectacular, la que más goles ha marcado (10), la que ha ganado todos los partidos, Chequia. Esto tiene el fútbol, que el partido comenzará 0-0 y un gol les basta a los griegos para plantarse en la final. Lo dice Vryzas, otro griego tan hijo del catenaccio (juega en la Fiorentina) como Karagounis: Nuestro éxito está en que hacemos un juego muy económico.

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