Eurocopa 2004 | Rusia 2 - Grecia 1

Rusia no pudo hacer más

Los de Yartsev se comieron a la miedosa Grecia

Óscar Ribot

Rusia no pudo jugar mejor ayer ante la selección griega. Dio todo para ganar el choque y pasaron por encima de unos jugadores helenos que aún hoy no se explican el partidazo que hizo la selección de Yartsev.

La locura llegó al estadio de Faro cuando muchos ni siquiera habían ocupado sus localidades. Se jugaba el minuto dos de encuentro cuando en un balón suelto en la frontal del área griega, Kirichenko le robó la cartera a la defensa helena: con el consentimiento del colegiado Veissiere (se llevó el balón con la plancha en claro juego peligroso ante Kapsis) ganó por velocidad a los centrales griegos, le pegó fuerte con la derecha y con su gol llevó la agitación popular a los seguidores rusos y a los españolitos de a pie que ocupábamos las gradas del estadio de El Algarve.

En ese momento todos pensamos que a lo mejor España y Portugal al final sí podrían pasar juntas a cuartos. Con ese tempranero gol llegaron los nervios a los jugadores griegos que se veían incapaces de crear una jugada de peligro. En el minuto nueve el ciclón ruso podría haber marcado otro gol si el colegiado Veissiere no se hubiera tragado un penalti de Papadopoulos a Anyukov. Pero daba igual. Ayer en la primera mitad los rusos parecían el Milán de Sacchi con un Alenichev que parecía el mejor Gullit. En minuto 17 llegó el éxtasis: en un córner botado por Gusev, Bulykin (que ayer parecía van Basten) entró como un tanque y remató de cabeza y a placer lo que significaba el 2-0 para los rusos. Se confirmaba: Portugal y España podrían ir de la mano a la siguiente fase. Nadie sabía si se trataba por el orgullo ruso o por la especulación de una prima de 650.000 euros para los rusos en caso de ganar a Grecia, pero lo cierto es que los de Yartsev estaban pasando por encima de Grecia. En el 23 Karyaka pudo matar el partido, pero falló solo un gol que le dejó en bandeja Basinas. Los nervios llegaron al bando ruso cuando un minuto después Venetidis tras una gran jugada dejó el balón franco a Charisteas que falló el gol cuando ya se cantaba en las gradas. Grecia estaba muerta, pero daba la sensación de que los rusos debían dar el descabello o que el toro podría levantarse en cualquier momento. Y así pasó minutos más tarde.

Entró Tsiartas.

Otto Rehhagel se dio cuenta que su equipo necesitaba un zorro viejo que tranquilizara al grupo y que diera sentido al juego. En el minuto 42 quitó del terreno de juego a Basinas y metió a Tsiartas. Mano de santo. Un minutos después tras un corner sacado por Tsiartas el balón quedó suelto en el interior del área y Vryzas marcó con templanza superando por alto a Malafeev. En ese momento España y Portugal empataban a cero y Portugal estaba eliminada.

La segunda mitad comenzó con dos selecciones desordenadas y un gol de Portugal en Lisboa que fue cantado por los muchos portugueses que estaban en el estadio de El Algarve. Sin embargo Rusia seguía dispuesta a no perder el partido y apretó en la segunda mitad como si los propios rusos se jugaran su pase a los cuartos de final. Kirichenko se convirtió en el peligro ruso con sus disparos desde la frontal del área. Pero sin duda la gran oportunidad rusa se produjo en el 86 cuando Bugaev se recorrió cincuenta metros como si del mejor Roberto Carlos se tratara, llegó hasta línea de fondo y puso un centro magistral que falló solito en boca de gol Kirichenko. Podía haber sido el 3-1 para Rusia y el pase para España. No pudo ser.

EL DETALLE: Medidas de seguridad extremas

Ayer en el estadio de Faro se temía por un atentado del terrorismo islámico. La Unidad Antiterrorista de la policía peinó todo el estadio en las horas previas al choque.

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