La historia de la Eurocopa | Inglaterra - 1996

Los penaltis, el árbitro y Manjarín

Bajo la dirección de Javi Clemente se consiguió el acceso a la fase final. En Leeds sobrevivimos ante búlgaros, franceses y rumanos y un gol de Amor nos hizo cuartofinalistas. Los anfitriones nos eliminaron con ayuda arbitral y en los penaltis.

Bernardo Salazar

La polémica envolvía la figura del seleccionador Javier Clemente. La actuacíón de nuestro equipo en el Mundial USA 94 había sido más que digna, pero críticas y halagos rodearon el comportamiento del técnico baracaldés. Su acusada personalidad daba motivo para ello. El grupo de clasificación para la Eurocopa tenía dos rivales peligrosos, de nivel similar al nuestro, Bélgica y Dinamarca, y tres comparsas, Chipre, Armenia y Macedonia, cuyos resultados podían ser determinantes. La clasificación fue muy meritoria; imbatidos en los diez encuentros, con dos empates y ocho victorias, entre ellas la obtenida brillantemente en Bruselas (1-4). Clemente había conformado un verdadero equipo y las ilusiones de los aficionados renacieron.

El sorteo nos trasladó a Leeds para resolver el pase a cuartos de final con Bulgaria, Francia y Rumanía, tres adversarios de gran nivel. Con dificultades se logró empatar con búlgaros y franceses gracias a los goles salvadores de Alfonso y Caminero. La clasificación dependía de un triunfo ante los rumanos de los superconocidos Popescu, Hagi, Raducioiu, Prodan, Stinga, Galca, Ilie... Un gol tempranero de Manjarín alimentó la ilusión pronto deshecha por Raducioiu. Era vital la victoria, pero en el segundo tiempo el juego se hizo rumano gracias al mayor vigor físico de sus jugadores. Y Clemente arriesgó. Puso en liza a Amor, Alfonso y Guerrero prescindiendo de Abelardo, Amavisca y Pizzi. Hubo fortuna y acierto en el remate de Guillermo Amor a falta de seis minutos para finalizar el partido. Precioso cabezazo en plancha que nos abría la puerta de los cuartos de final.

Los predeterminados cruces nos situaron en Wembley y con Inglaterra como rival. España jugó en el mítico estadio su mejor partido de la competición. Se dominó en juego y ocasiones de gol. Incluso se marcó uno que un impresentable francés anuló por un fuera de juego inexistente de Julio Salinas. Dos penaltis en el área inglesa pasaron inadvertidos para el soplapitos de turno. ¡Ah, y la ocasión de Manjarín! La igualdad existente entre los equipos se resuelve por circunstancias varias. Acierto o fallo en un determinado momento, fortuna o desgracia, decisiones arbitrales... En nuestra historia alcanzaron la fama los aciertos de Rubio, Zarra, Amancio, Marcelino, Maceda, Butragueño, Cañizares, Hierro... pero también los fallos de Vallana, Ramallets, Cardeñosa, Arconada, Eloy, Salinas... Esta vez le tocó a Manjarín, solo ante Seaman. Y llegaron los penaltis, que no son una lotería sino una acción de virtuosismo. Fuimos menos virtuosos.

Imbatidos en Inglaterra96

Como había sucedido dos años antes en en Estados Unidos, fueron varios miles de españoles los que apoyaron en Inglaterra a nuestra selección. Se sufrió en la fase clasificatoria con los empates frente a búlgaros y franceses y la agonística victoria ante los rumanos. Las ilusiones crecieron y en Wembley superamos a los ingleses en juego y peligrosidad, pero sin reflejarlo en el marcador. Parte de culpa la tuvo el árbitro francés que anuló el gol legal de Salinas y no vio dos penaltis en el área de Seaman. En el desempate por penaltis fallaron Hierro y Nadal. Tuvimos que volvernos a casa sin haber sido derrotados.

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