Cuando Europa diseñó los billetes que todos tendrían en sus manos no se basó en monumentos ya existentes, sino que llenó los cinco, diez, veinte o cincuenta euros con puentes que no se encuentran en ningún país europeo. Y parece ser que años después de que el euro se implantara en el continente, Robin Stam no estaba satisfecho con que dichos puentes no existieran en la vida real.

Stam, diseñador e ilustrador holandés, se enteró de que los billetes eran un diseño del artista austriaco Robert Kalina que, según cuenta, quiso representar el estilo arquitectónico de Europa. Sin embargo, el holandés quiso ir un paso más allá y contactó con el Banco Central Europeo para que le concedieran el proyecto de construir estos puentes.

Y 'voilà'. El ilustrador no solo consiguió que se lo aprobaran, también financiaron las construcciones con más de un millón de euros, un precio más que dio de sobra para el proyecto que tenía entre manos. Spijkenisse, una ciudad cerca de Róterdam, también aprobó la idea de Robin Stam y en 2012 se pusieron manos a la obra.

Eso sí, el diseñador tuvo que contactar con un gran equipo de arquitectos e ingenieros, ya que él no tenía conocimientos al respecto. Pero parece ser que no le salió mal la jugada. Aquí podéis ver el resultado:

5 Euros

10 Euros

20 Euros

50 Euros

100 Euros

200 Euros

500 Euros