Tres trabajadores del embalse de Sindi (Estonia) se encontraban realizando labores de limpieza en el fondo de la presa cuando observaron un animal que trataba de nadar hacia la orilla aunque sin éxito. En un primer momento, los operarios pensaban que se trataba de un perro y rápidamente iniciaron las labores de rescate ya que estaba a punto de morir congelado debido a las bajas temperaturas del agua.

El equipo logró sacar al animal del agua y posteriormente lo envolvieron en toallas. Mientras esperaban poder trasladarlo a un centro de rescate de animales, lo metieron en el interior del coche con la calefacción encendida para que la temperatura corporal ascendiese.

Una vez en el centro de rescate de animales, decidieron llevarlo a un veterinario para que valorase el estado en el que se encontraba el animal. De camino a la clínica veterinaria, uno de los trabajadores llevó al animal sobre sus piernas y afirma que: “dormía plácidamente con el hocico apoyado en mi regazo; en ningún momento mostró señales de agresividad”

En la clínica veterinaria le realizaron todas las pruebas oportunidad sin percatarse de que, en realidad, se trataba de un lobo y no un perro. Fue un cazador de la zona quien advirtió de que el perro era más bien una criatura de lobo macho, de un año de vida aproximadamente. Según concluyeron en el veterinario, el comportamiento dócil del lobo se debía a su baja presión arterial.

Finalmente, tras comprobar que el animal se encontraba en perfecto estado de salud fue puesto en libertad en su hábitat natural.