La tuitera @Pilkunnussita publicó ayer en un hilo de Twitter una experiencia que ha vivido en estos últimos dos años y que evidencia la desigualdad de género que todavía sufrimos en nuestro país.

Esta tuitera decidió hace dos años raparse el pelo, tuiteó un par de fotos recién rapada y tres semanas después del corte de pelo y a continuación empezó a relatar cómo empezó a comportarse la gente a su alrededor.

Para empezar, por la calle ya no hubo más piropos, ni silbidos. Y si algún hombre interactuaba con ella era para preguntarle si tenía cáncer o que si necesitaba ayuda psicológica.

En el trabajo las cosas fueron incluso peor e incluso la amenazaron con suspenderla de empleo y sueldo. Además de vincular el rapado de pelo con una ideología. El pack completo de prejuicios.

Y sobre todo la sensación general que tuvo esta tuitera es que la gente opinaba de su pelo cuando nadie le había pedido su opinión. Le dejaban claro qué les parecía o indicaban qué les gustaba más cómo le quedaba antes, cuando tenía mas cabello.

En definitiva, una mujer tiene que justificar hasta su peinado. Un rapado, que tan común es en los hombres, es juzgado y condenado desde un principio por ser mujeres. Ojalá que historias como las de @Pilkunnussita sean un primer paso hacia la concienciación para derrotar a estos micromachismos que sufren miles de mujeres cada día en nuestra sociedad.