Este fin de semana arrancan los Juegos Olímpicos de Invierno de Pyeongchang, en Corea del Sur, llamados 'los Juegos de la paz' por el buen clima que ha generado entre las dos Coreas, enfrentadas desde hace décadas.

Pero no todo son buenas noticias para el comité organizador. Debido a la llegada de numerosos turistas, las autoridades coreanas intentaron eliminar una de las tradiciones que más pone los pelos de punta a los extranjeros: comer carne de perro.

El Gobierno surcoreano llegó a ofrecer una contraprestación económica a los restaurantes de la ciudad de Pyeongchang que dejaran de ofrecer platos con este ingrediente en sus cartas. El problema ha sido que solo han aceptado 12, según informa el Daily Mail.

Comer carne de perro está considerado un manjar en algunos países de Asia, como las dos Coreas, Vietnam, y algunas partes de China, Filipinas e Indonesia. A su carne se le aluden capacidades curativas y se suele servir o bien asada o en guisos. Y no es algo residual que ocurra solo en zonas rurales -aunque con el auge de las mascotas en estos países esa es la tendencia cada vez mayoritaria-, se estima que cada año se sacrifican a 25 millones de perros criados en granjas -sí, hay granjas de perros- para consumo humano.

Lógicamente en occidente comer carne de perro lo vemos como un tabú, algo desagradable, y hasta una aberración. Pero aunque nos duela, especialmente por nuestras mascotas, debemos tener en cuenta que todo depende desde la perspectiva en la que se vean las cosas. En España por ejemplo comemos caracoles, un bicho que se pasa su vida soltando baba por la tierra. Y ojo porque esto sí que es importante, hasta el siglo XIX eran habituales en Francia las carnicerías especializadas en carne canina.