La gala 5 de Operación Triunfo prometía ser lo que Manu Guix define como un "galón". Y, aunque los temas y la preparación de los concursantes daban pie a ello, no fue la música lo que la convirtió en histórica, sino el amor y la tolerancia.

Mireia y Marina fueron las nominadas en la noche del lunes y, como manda la tradición, sus familiares acudieron para animarlas en un programa tan decisivo. En el caso de Mireia fueron sus padres y en el de Marina su novio, Bastian, y su madre.

Si TVE fuese una televisión abierta, plural y tolerante el hecho de que Marina, una chica bisexual de 19 años, besara a su novio transexual en pleno directo, no debería ser noticia. Vivimos en 2017 y la pluralidad sexual no es algo que deba sorprendernos ni mucho menos esconderse.

Sin embargo, ha tenido que llegar un programa como Operación Triunfo para visibilizar que esto es una realidad tangible y no algo que te cuenta una vez al año Ana Blanco cuando habla del desfile del Orgullo Gay en Madrid.

Al ver a su novio, Marina demostró su felicidad del mismo modo que cualquier pareja del mundo lo haría, con besos y abrazos. Pero, como todos sabemos lo que hay en TVE, este hecho fue motivo de orgullo y satisfacción para todos los que seguimos la gala en directo.

Porque el beso de Bast y Marina es una pequeña derrota al programa de Cárdenas, a las machistadas de Carlos Herrera en su programa de debate y a toda la manipulación que llevan denunciando mes tras mes los periodistas del Telediario.