Los equipos que la Liga echa de menos (II): El Albacete
El Queso Mecánico enamoró en los primeros compases de los noventa, con Benito Floro al mando. Hubo segunda parte en 2003. Recordamos la breve pero intensa historia del Alba en Primera
La Liga se pasó más de sesenta años sin un solo equipo de la tierra del Quijote. José Luis Zalazar le pegó un navajazo a la historia del fútbol español el 9 de junio de 1991, corrigiendo una anomalía insoportable para Castilla La Mancha. Los dos goles del uruguayo ante el Salamanca llevaron al Albacete a Primera División, al Olimpo del fútbol español. Y desde el banquillo, cual titiritero que mueve los hilos a su antojo, Benito Floro, el artesano del mejor manjar que ha conocido La Mancha: el Queso Mecánico.
“Fue el momento más bonito que he vivido con la camiseta del Albacete”. El héroe de aquel equipo, un centrocampista disfrazado de ‘quarterback’, atiende a Epik por teléfono, embriagado de recuerdos. Sus tantos en el partido más glorioso de la historia del Alba se hicieron esperar: “En el descanso íbamos 0-0; no nos valía. El equipo se volcó y finalmente lo logramos. Fue impresionante. No llegas a Primera todos los días”. Y tanto. El Albacete deambuló casi medio siglo entre Tercera, Segunda B y, en cinco contadas ocasiones, por Segunda.
Todo lo cambió un asturiano en 1989. Benito Floro era un joven que había entrando a varios equipos en la Comunidad Valenciana. Con solo 27 años, avanzó ligeramente hacia el interior de la península. Bajo su mando, el Albacete fue campeón de su grupo en Segunda B y logró el ascenso a la competición de plata. Solo eso ya le convertía en una institución en la ciudad. Nadie podía anticipar que, simplemente, se trataba del prólogo.
“No había quien lo esperara en 1990”, reconoce Luis Castelo, portavoz del club y, por entonces, aficionado. Poco tardó en convertirse en la voz de la Cadena SER desde el Carlos Belmonte. “Fue algo espectacular. Acabábamos de ascender desde Segunda B. Contábamos con estar en la zona media-baja de Segunda, no con ascender a Primera”. Floro tenía otros planes. El entrenador logró plantarse a final de temporada con el equipo en lo alto de la tabla. Entonces llegó la faena de Zalazar ante el Salamanca y el codiciado ascenso.
Albacete enfervorizó. “La ciudad no se lo creía. No se hablaba de otra cosa en Albacete que de fútbol. Pasamos de Segunda B a Primera en dos años. En toda España se aplaudía el milagro del Albacete. Los que fuimos partícipes nos sentimos muy orgullosos”, asegura Zalazar. De nuevo, los vecinos de Albacete creían haber llegado al cénit de esta historia. Ni mucho menos. Aún seguían leyendo el nudo.
Con solo 29 años, Floro dirigía a un plantel grabado a fuego en el imaginario albaceteño: Conejo, Coco, Catali, Chesa, Geli, Julio Soler, Juárez, Menéndez, Zalazar, Aquino y Antonio, sin olvidar a Parri, Manolo, Oliete, Corbalán o Echeverri. Ese grupo de jugadores despertaba una simpatía especial en toda España. Lo tenía todo: novato, humilde y, sobre todo, jugaba de lujo. “Merecíamos el apelativo de Queso Mecánico. Todo estaba planeado por Floro. Éramos muy fuertes en la estrategia y teníamos las cosas clarísimas”, apostilla Zalazar, al igual que Castelo: “Floro era, y quizá sigue siendo, el entrenador que mejor preparaba la estrategia. Era novedoso y su sistema de juego hacía las delicias de toda España”.
La ecuación otorgó un resultado para el recuerdo. El Albacete llegó a las semifinales de la Copa del Rey y terminó séptimo, a una sola carambola de llegar a puestos europeos. “Europa, prepárate”, berreó Catali desde el balcón del Ayuntamiento al lograr el ascenso. Su presagio no se cumplió por los pelos. “Él era un jugador de la casa, imprescindible. Nunca pensó que jugaría en Primera. El portero, el costarricense Conejo (descubridor de Keylor Navas, que pasó por el Albacete), era clave. Teníamos un equipazo”, añade Castelo, que también destaca la figura del entonces presidente, Rafael Candel: “Lo hizo fenomenal”.
Eso sí, no pudo retener a Floro cuando el Real Madrid llamó a su puerta. Ramón Mendoza le puso en bandeja el banquillo blanco. El asturiano no dudó. El mismo método que puso a Albacete en el mapa naufragó en Chamartín. Los manchegos sobrevivieron sin él, pero sudaron sangre para permanecer otros cuatro años en Primera. Paradójicamente, el equipo regreso a Segunda bajo su mando. Retornó al banquillo manchego en 1994; los resultados no fueron los mismos. En 1996 se terminó el romance entre el Albacete, la Liga y Floro.
Los manchegos echaron raíces en Segunda durante siete temporadas. Reagruparon fuerzas, apostaron por la cantera y en 2003 volvieron a agarrar la gloria. De la mano de César Ferrando, los de blanco regresaron a Primera. “No fue tan especial como la primera vez, pero también fue impresionante. Hicimos un primer año muy bueno, pero las cosas se torcieron en el segundo”, recuerda Castelo. El Albacete tan solo ganó seis partidos en su último año en la élite.
La trayectoria del Albacete terminó de encallar seis años después. En 2011, el equipo desciende a la categoría de bronce. Los problemas económicos asolan al club, que logra algo de oxígeno gracias a un viejo conocido, Andrés Iniesta. El jugador blaugrana se crió en el Albacete y, ante las turbulencias, adquirió la mayoría de las acciones tras una ampliación de capital. En 2013 tuvo que inyectar otra importante suma de dinero para evitar un descenso administrativo.
El equipo volvió a Segunda en 2014, pero el pasado mes de junio se confirmó una nueva debacle. El equipo terminó penúltimo y esta campaña jugará en Segunda B, lo que dificulta aún más las cuentas del club. “Siempre tenemos problemas económicas; hay problemas con algunas administraciones, pero el Consejo de Administración sabe a lo que debe atenerse y lo que hay que gastar”.
Sin embargo, no hay quien le arrebate la esperanza a los albaceteños. “Lo primero es dar el primer pasito, que es volver a Segunda. Estamos centrados en eso, pero no descarto que en algún momento se logre el retorno a Primera. Puede sonar a locura tras la última temporada, pero el Albacete tiene infraestructura para intentarlo”, indica Castelo. El héroe del primer ascenso tampoco duda: “Yo siempre tengo la ilusión de que el Albacete vuelva a Primera. Ojalá lo consigamos”.
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