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Cómo Chuck Norris con voz de mujer cambió la vida de los rumanos

No solo repartía mandobles. En la Rumanía comunista la llegada de cintas VHS de estraperlo abrió una ventana para toda la población. El documental ‘Chuck Norris vs. Communism’ cuenta esta historia

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Cómo Chuck Norris con voz de mujer cambió la vida de los rumanos

Para los nacidos en los setenta, Chuck Norris fue ese señor que se asomaba por el televisor dando mandobles a todo lo que se movía. Para los nacidos a partir del 2000 quizá sea más conocido por protagonizar memes que dicen que con una patada provocó el Big Bang o que no hace flexiones, sino que empuja la Tierra hacia abajo. Sin embargo, para los rumanos nacidos en la década de los ochenta Chuck Norris es eso y mucho más. Y además allí tenía voz de mujer.

En la Rumanía comunista de Ceaucescu hubo películas estadounidenses de contrabando que lograron burlar la censura. Estaban prohibidas y perseguidas por el régimen, pero los vecinos de cada barrio se organizaban en las casas de los que tenían vídeo y televisor para verlas. En ese contexto de restricciones y estraperlo, apareció Chuck Norris con su pelazo ochentero, uno de los personajes principales de aquellas cintas que abrían una ventana hacia un mundo desconocido para la población rumana y que, además, estaban dobladas única y exclusivamente por una mujer llamada Irina Nistor.

Nistor, que doblaba las voces tanto de personajes femeninos como masculinos, era una trabajadora de la televisión del Gobierno que durante la noche se dedicaba a poner voz a todas estas películas. Su historia protagoniza el documental Chuck Norris vs. Communism (2015) dirigido por Ilinca Calugareanu y que forma parte del catálogo de Netflix España.

Nistor, como es interpretada en el documental, y en la actualidad

“La verdad que en el momento en que empecé a doblar aquellas películas no era muy consciente de lo que hacía y al peligro que me exponía. Pero hoy estoy muy orgullosa del impacto que tuvo. Lo volvería a hacer una y otra vez”, cuenta Nistor a Epik por correo electrónico desde su residencia en Bucarest, donde hoy es una conocida crítica de cine.

Su voz aguda, que tenía que adaptarse igual a personajes como el propio Norris, Van Damme o a Julie Christie en Doctor Zhivago, fue una acompañante habitual de las noches que los rumanos pasaban delante del televisor.

Aunque Chuck Norris no estaba solo en esta aventura -llegaron películas de Stallone como Rambo o Rocky Balboa, y también clásicos como Taxi Driver o Último tango en París-, el documental refleja a través de numerosos testimonios cómo las películas de acción maravillaron a los niños rumanos. “No sé si fueron ídolos, pero sí les aportó una nueva visión del mundo. Además, ¡eran buenos luchadores que podían protegerles de Ceausescu!”, bromea Nistor.

Hoy, podemos imaginarnos cómo sería ver a Chuck desde los ojos de un niño que apenas había visto televisión

Enseñándoles que hay que cuidar los bosques

Que hay que atender en la escuela

O que muchas veces es mejor leer un libro que ver la televisión

“Era extraño ver a personajes como Chuck Norris pelearse con todo el mundo gritando con voz de mujer, pero aún con todo imponía bastante. Sobre todo en aquella escena en la que escapa pese a tener una rata en la cabeza”, cuenta uno de los testimonios del documental en referencia a la escena de Prisionero de Guerra 2.

Volviendo al impacto real que tuvo la llegada de todas estas películas, Ovidiu Miron, coordinador de cine del Instituto Cultural Rumano de Madrid, donde se proyectó la película el pasado mes de diciembre, recuerda que “la llegada de cintas americanas fue un fenómeno extendido sobre todo en las grandes ciudades, donde abrió una ventana cultural nueva a los rumanos, que entonces solo disponíamos de dos horas de televisión al día planificadas por el Gobierno”.

Poco se sabe del origen real de todas estas películas, traídas desde el extranjero por un misterioso empresario, Teodor Zamfir, que se las entregaba a Nistor para que hiciera todo el doblaje. Algunos insinúan que fue un movimiento del Gobierno estadounidense para derribar al comunismo en Rumanía. Fueron miles de películas -Nistor afirma que le es imposible llevar la cuenta- desde 1985 hasta la caída del régimen en 1989.

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