Casi dos meses después de su erupción, el volcán de Cumbre Vieja en La Palma continúa con la expulsión de lava, cenizas y piroclastos. Una actividad volcánica que, de momento, no ha dado muestras de finalizar en el corto plazo.

Desde el pasado 19 de septiembre hasta la fecha, la lava expulsada ha arrasado más de mil hectáreas y ha destruido miles de edificaciones, la gran mayoría de ellas edificios de uso residencial y también plantaciones agrícolas como plataneras, viñas y aguacate. Además, se han visto afectados más de 75 kilómetros de carreteras en la isla y más de siete mil personas han sido evacuadas de los núcleos de población más cercanos al cráter.

Con respecto a la sismicidad, La Palma ha registrado en las últimas horas uno de los mayores seísmos desde el inicio de la erupción, siendo este de magnitud 5, en el lado este de la isla y que se ha sentido también en otras islas cercanas. También preocupan el estado y el avance de las diferentes coladas. Una de ellas acabó con lo que quedaba de Todoque.

Intensificación de la desgasificación, el motivo de las explosiones

Ante el incremento de explosiones de gran intensidad registradas en La Palma la directora del Instituto Geográfico Nacional (IGNE), María José Blanco, apuntó  hace unos días como principal motivo de este suceso y del consiguiente aumento del volumen de cenizas emitidas por el cráter a la "intensificación de la desgasificación".

Días atrás se clasificó al volcán de Cumbre Vieja en el nivel 2 dentro del Índice de Explosividad Volcánica (VEI por sus siglas en inglés). Un nivel que, en palabras de los expertos, se mantiene pese a su actividad más reciente.

Con respecto al final de la erupción, los expertos aseguran que la fase efusiva del volcán es la que predomina al final, ya que el magma pierde todo el gas, tal y como expresó la investigadora del IGME, María José Galindo, en declaraciones realizadas a 'RTVC'.