En el año 1979 China implantó la política de un hijo único por pareja, con el fin de controlar el crecimiento de la población del país más habitado del mundo. Sin embargo, desde hace cinco años, en 2016, se permite ya tener dos hijos para limitar el envejecimiento del país. Ahora, las autoridades chinas permiten hasta un tercer descendiente por cada pareja casada.

Ahora, este límite se amplía hasta los tres, lo que supone un nuevo cambio en un país con más de 1.400 millones de personas. ¿El motivo de esta modificación? Responde, también, al intento de paliar el envejecimiento de la población y con el fin de "mejorar la estructura poblacional y preservar las ventajas en recursos humanos" del país asiático, ha informado la agencia Xinhua. El cambio ha sido aprobado este lunes en una reunión del politburó presidida por Xi Jinping (presidente de la República Popular China), pero todavía no hay fecha para su entrada en vigor.

Descenso de nacimientos en la última década

El cambio bien puede venir motivado por la última actualización del censo, que se realiza en China cada diez años. En el más reciente, publicado el pasado día 11, se registró un importante descenso en el número de nacimientos, a pesar de que se superaron ya los 1.400 millones de habitantes.

Concretamente, el gigante asiático alcanzó la cifra de 1.411 millones de personas. Esto supone un incremento de 72 millones respecto a la última década, aunque el ritmo de crecimiento se ha visto ralentizado, provocando un envejecimiento de la población: es el más lento desde los años 50 del pasado siglo. En China, la tasa de fertilidad (niños que nacen por mujer) es similar a la de otros países envejecidos como Italia y Japón: 1,3.

La Oficina Nacional de Estadísticas de China informó que durante 2020 nacieron doce millones de personas, lo que supone un descenso frente a los 14,6 millones de nacimientos de 2019.

Fomento de la natalidad

Junto con esta medida, el gobierno de China incluirá en su nueva política familiar diversas 'ventajas' con el fin de promover la natalidad y ampliar la disponibilidad de mano de obra futura.

Entre ellas, anuncian una reducción del gasto en educación para estas familias y una mejora de las bajas por maternidad. Con ello buscan disminuir los costes relacionados con el mantenimiento de los hijos, disparados en las ciudades grandes.

Por otro lado, las autoridades consideran como "malos hábitos sociales" la "visión de la familia por parte de los jóvenes", así como los gastos desmedidos en diversas celebraciones o regalos de boda. Igualmente, plantean el retraso de la edad de jubilación además de varias garantías para los trabajadores jubilados.