Los enormes trajes protectores que llevan los astronautas en sus viajes espaciales serían estrictamente necesarios en caso de que los humanos consiguiesen llegar a poner un pie en Marte. La escafandra, como se llama el atuendo, permite proteger al que la lleva de las condiciones climatológicas y atmosféricas del lugar donde se encuentra.

Gracias a las múltiples investigaciones realizadas en los últimos años se han incrementado los conocimientos de los especialistas respecto al ‘Planeta Rojo’. Tanto es así, que el instrumento MEDA (Analizador de Dinámica Ambiental en Marte, por sus siglas en inglés) ha estimado la temperatura nocturna en Marte en unos -80 grados centígrados, mientras que la presión es de 7 milibares, muy lejos de los aproximadamente 1.000 que tenemos en la Tierra.

La misión Mars 2020 está actualmente investigando si sería factible generar oxígeno desde el dióxido de carbono que compone la mayor parte de la atmósfera de Marte. Por este motivo y por las peligrosas radiaciones ante las que la atmósfera marciana no protege, ya existen proyectos para edificar ciudades burbuja que se mantengan al margen de las condiciones del planeta.

Uno de los principales defensores de estos proyectos es el cofundador de SpaceX y CEO de Tesla, Elon Musk, quien recientemente aseguró que “en las primeras misiones a Marte morirían muchas personas”. Sus cálculos estiman los primeros viajes interplanetarios para 2026, mientras que la NASA lo cree que no se producirán hasta 2033.

Evaporado al segundo

La explicación sobre lo que le ocurriría a un humano que se quitase la escafandra en Marte tiene una relación directa con los motivos por los que no hay agua líquida en la superficie marciana.

“Hay agua en Marte, pero está bajo el hielo de dióxido de carbono de los casquetes polares. La presión atmosférica es tan baja que cualquier gota de agua se sublima, es decir, pasa de estado sólido a gaseoso sin pasar por el líquido. Eso le ocurriría a un humano, se evaporaría al momento”, ha explicado el investigador de ciencias planetarias del centro de astrobiología, Jorge Pla-García.