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Descubren el ADN más antiguo jamás registrado en el colmillo de un mamut

El colmillo, conservado en el capa de hielo permanente de Siberia, tiene más de un millón de años y permite conocer cómo evolucionaron los mamuts.

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Descubren el ADN más antiguo jamás registrado en el colmillo de un mamut
NATURE/Gleb Danilov NATURE/EFE

Hasta ahora, el ADN más antiguo pertenecía al hueso de la pata de un caballo que vivió hace medio millón de años (entre 560.000 y 780.000 años). Un récord superado por el ADN encontrado recientemente en el colmillo de un mamut, que triplica esta antigüedad, ya que tiene más de un millón de años, según un estudio publicado en la revista Nature.

Un equipo internacional de expertos, coordinados por el Centro de Paleontogenética de Estocolmo (Suecia), ha secuenciado el material genético extraído de los molares de tres mamuts que quedaron enterrados en el permafrost de Siberia hace entre 700.000 y 1,2 millones de años. Los hallazgos han resultado muy útiles para obtener más información sobre la evolución de los mamuts.

El frío conservó los restos

“Este ADN es increíblemente antiguo. Las muestras son mil veces más antiguas que los restos vikingos, e incluso son anteriores a la existencia de humanos y neandertales”, explica en un comunicado el autor principal Love Dalén, profesor de genética evolutiva en el Centro de Paleogenética de Estocolmo.

Normalmente, “una vez que un organismo muere, sus cromosomas se rompen en pedazos que se acortan con el tiempo. Eventualmente, las cadenas de ADN se vuelven tan pequeñas que, incluso si se pueden extraer, pierden su contenido de información”, según explican los científicos. Sin embargo, la permanente capa de hielo que hay en Siberia podría haber ralentizado o, incluso, detenido este proceso de destrucción molecular.

No obstante, las muestras contenían un material genético muy degradado y fragmentado, pero los expertos pudieron determinar su antigüedad de acuerdo con el análisis de los depósitos geológicos donde fueron halladas y de la técnica del “reloj molecular”, que permite estimar el tiempo evolutivo a partir del número de diferencias entre dos secuencias de ADN de especies divergentes. Así, constataron que dos de los especímenes tienen una antigüedad de más de un millón de años, mientras que el tercero es uno de los mamuts lanudos más primitivo que se conoce, con una edad de unos 700.000 años.

Especie desconocida

Gracias a los avances en la tecnología de la bioinformática, el equipo ha logrado obtener 49 millones de pares de bases de ADN nuclear de la muestra más antigua, encontrada cerca de una aldea llamada Krestovka, y que tiene una antigüedad de 1,65 millones de años. Pertenece a un linaje genético desconocido hasta ahora, por lo que los investigadores lo han bautizado como ‘mamut de Krestovka’, en referencia a la localidad rusa donde fue encontrado. El segundo más antiguo, de más de un millón de años, pertenece al mamut denominado de Adycha y podría ser un antepasado del mamut lanudo, según los científicos.

Dos linajes

Uno de los descubrimientos más sorprendentes fue que el mamut de Krestovka se separó de la línea de otros mamuts de Siberia hace más de dos millones de años. “Esto fue una auténtica sorpresa. Todos los estudios anteriores indicaban que solo hubo una especie de mamuts en Siberia en ese momento de la historia, el llamado mamut de la estepa. Pero nuestros análisis de ADN demuestran ahora que hubo dos linajes genéticos diferentes, que aquí denominamos como el mamut de Adycha y el de Krestovka”, afirma Tom van der Valk, coautor del estudio. “No podemos decirlo con certeza aún -añade-, pero creemos que podrían representar dos especies diferentes”, añade.

Asimismo, los científicos sugieren que pudieron ser los mamuts de Krestovka los que colonizaron Norteamérica hace unos 1,5 millones de años. En este sentido, las pruebas apuntan a que el mamut de Columbia fue una especie híbrida, con la mitad de su genoma, aproximadamente, procedente del linaje del mamut de Krestovka y la otra mitad del lanudo. “Este es un descubrimiento importante. Parece que el mamut de Columbia, uno de los más icónicos de la Edad del Hielo en Norteamérica, evolucionó a través de un proceso de hibridación hace unos 420.000 años”, resalta Patrícia Pecnerová, coautora del trabajo.

Adaptación progresiva

Respecto a la evolución y adaptación al medio del lanudo, los expertos han obtenido nuevas pistas después de comparar el genoma del mamut de Adycha con el que tiene una antigüedad de 700.000 años, así como con el genoma de otros especímenes mucho más modernos, de apenas unos pocos miles de años. Sus análisis demostraron que los genes variantes asociados a la vida en el Ártico, responsables, por ejemplo, del crecimiento capilar, la termorregulación, los depósitos adiposos o la tolerancia al frío y ritmos cardíacos, ya estaban presentes en el mamut más primitivo, mucho antes de la aparición de los lanudos.

Esto indica que la mayoría de las adaptaciones ocurridas en el linaje de los mamuts se desarrollaron lentamente y de una manera progresiva en el tiempo. “La posibilidad de rastrear cambios genéticos en un evento de especiación es único. Nuestros análisis demuestran que la mayoría de las adaptaciones al frío ya estaban presentes en el antepasado del mamut lanudo, y no hallamos pruebas que indiquen que la selección natural fuese más rápida durante ese proceso”, concluye David Díez del Molino, otro de los autores del estudio.

Futuras investigaciones

Los nuevos resultados abren la puerta a una amplia gama de futuras investigaciones sobre otros animales más pequeños que también vivieron hace más de un millón de años, como bueyes almizcleros y alces. Ese fue también un período de grandes cambios en el clima y los niveles del mar, así como la última vez que los polos magnéticos de la Tierra cambiaron de lugar. Debido a esto, los investigadores creen que los análisis genéticos en esta escala de tiempo tienen un gran potencial para resolver numerosas cuestiones científicas.

“Una de las grandes preguntas ahora es cuánto podemos retroceder en el tiempo. Aún no hemos alcanzado el límite. Una suposición fundamentada sería que podríamos recuperar ADN que tiene dos millones de años, y posiblemente ir incluso más atrás, hasta los 2,6 millones. Antes de eso no había permafrost donde se pudiera haber conservado ADN antiguo”, dice Anders Götherström, profesor de arqueología molecular y líder de investigación conjunta en el Centro de Paleogenética.