Al menos siete personas han fallecido y otras diez han resultado heridas a primera hora de este sábado la explosión de un coche bomba en un puesto de control situado al este del Parlamento y del Palacio Presidencial en la capital de Somalia, Mogadiscio. La detonación, ocurrida en torno a las 09:00 de la mañana, hora local, alcanzó de muerte a los transeúntes que se encontraban cerca del vehículo, según ha informado el portavoz policial Mohamed Abdishakur a Bloomberg, y también ha provocado importantes daños materiales.

El vehículo, en principio conducido por un presunto terrorista suicida, según fuentes de Voice of America, estalló cerca de un puesto de seguridad en la intersección de Sayidka. El conductor, perseguido por los agentes de policía, desoyó las advertencias para que se bajara del vehículo y decidió detonar la carga que transportaba.

El autor del ataque buscaba atravesar uno de los controles de seguridad de la zona en dirección a la puerta frontal del palacio, pero los guardias del puesto abrieron fuego. Estos disparos provocaron la dispersión de la gente y minimizaron el número de víctimas cuando explotó el coche, según explicó a Efe Nur Adam Ali, testigo de la escena.

Al Shabaab ha reclamado la autoría

Las sospechas se han confirmado. Efe informa de que Al Shabab ha reclamado la autoría del atentado, producido durante esta transición que atraviesa el país hasta que se celebren elecciones, que estaban programadas para el 8 de febrero. El grupo terrorista ha perpetrado ya varios ataques en este periodo.

Somalia vive en un estado de guerra y caos desde 1991, cuando fue derrocado el dictador Mohamed Siad Barre, lo que dejó al país sin Gobierno efectivo y en manos de milicias islamistas y señores de la guerra. Al Shabab, organización afiliada desde 2012 a la red terrorista Al Qaeda, controla parte del centro y el sur de ese país del cuerno de África y pretende instaurar un Estado islámico de corte wahabí (ultraconservador).

Mogadiscio sufre a menudo los atentados de este grupo yihadista que cometió su mayor masacre en octubre de 2017, cuando la explosión de dos camiones bomba en la capital provocó la muerte de más de 500 personas, si bien el grupo nunca reconoció oficialmente la autoría de este ataque.