Nigeria detecta otra cepa del coronavirus
Los expertos desconocen su origen y estudian si esta nueva variante tiene relación con el aumento de contagios que se está produciendo en el país.
Si algo ha mostrado el coronavirus a los científicos que lo estudian es la enorme capacidad que tiene de mutar. Desde que se detectó a finales de 2019 en la ciudad china de Wuhan, han aparecido numerosas cepas con diversas características que dificultan el seguimiento del virus. Esta semana se ha conocido que una cepa nueva, distinta a la detectada recientemente en Sudáfrica y en Inglaterra, pero que “comparte algunas mutaciones” con esta última, fue descubierta en Nigeria, el país más poblado de África, con 200 millones de habitantes.
Tras conocerse la noticia, el Centro Africano de Control de Enfermedades (CDC) organizó una reunión de emergencia para crear un plan de actuación. No obstante, el profesor Christian Happi, biólogo molecular que participó en la secuenciación genética de esa nueva variante, pidió en una entrevista con AFP que no se “extrapole” este descubrimiento y que se mantenga la calma: “No tenemos ninguna idea ni certeza de si esta variante guarda una relación directa con el aumento de casos al que Nigeria está asistiendo actualmente”.
El Centro Africano de Excelencia para la Genómica de las Enfermedades Infecciosas (Acegid) analizó a principios de diciembre 200 muestras del virus y dos de ellas, tomadas en pacientes el 3 de agosto y el 9 de octubre, presentan mutaciones genéticas.
Una cepa de origen desconocido
Gracias a la secuenciación genética del virus, una operación de rastreo muy perfeccionada que solo pueden efectuar 12 laboratorios en el continente africano, el profesor Happi y su equipo pudieron describir la evolución de la mutación. “No sabemos de dónde viene esta nueva variante. Creemos que es independiente, que se produce en Nigeria. No creo que sea importada”, destacó el biólogo. Sin embargo, recordó que “los virus mutan y cambian” de forma natural: “Lo importante no es la mutación, sino la transformación de la proteína de punta”, la parte del virus que permite el acceso a las células del cuerpo, y que haría que esa mutación sea infecciosa.
De momento no se ha investigado lo suficiente y el Acegid trabaja con el Centro de Enfermedades Infecciosas de Nigeria (NCDC), el organismo de salud pública nacional, para intentar explicar el aumento reciente de casos de COVID-19 y si este puede deberse a la nueva cepa. Lo único que parece seguro hasta ahora es que la tasa de letalidad, relativamente baja en Nigeria, en comparación con los países occidentales, no ha aumentado últimamente.
Virus impredecible
Dada la “tendencia a la extrapolación con estas nuevas variantes del virus”, el exprofesor de Harvard insistió en pedir a la sociedad que no lo haga. “Nada nos prueba, por ejemplo, que la cepa hallada en Inglaterra tendría los mismos efectos en Nigeria” y viceversa, argumentó.
Asimismo, explicó que el comportamiento del coronavirus es impredecible: “Si hay algo que la COVID-19 nos ha enseñado es que en todo lo que creíamos saber sobre este virus, estábamos equivocados”. “Algunos predijeron que un tercio de la población de África moriría, pero no podemos recoger las investigaciones y las cifras reunidas en Europa y en Estados Unidos y aplicarlas aquí: somos diferentes genéticamente, nuestra salud inmunitaria es distinta”, añadió.
Por su parte, el director del CDC de la Unión Africana, Jhon Nkengasong, pidió “tiempo” mientras se investiga la tasa de propagación de la nueva cepa en Nigeria, durante una videoconferencia desde Adís Abeba.
África, a la espera de una segunda ola
Nigeria tenía acumulados más de 82.000 cntagios el sábado y 1.246 fallecidos, unas cifras que son relativamente bajas, pero el número de test efectuados en el país es insignificante, y la situación comienza a agravarse. Desde principios de diciembre, cada día se detectan centenares de casos más que la jornada anterior.
De momento, en África se han registrado 2,4 millones de casos de COVID-19, el 3,6% del total mundial, según un recuento de la AFP. En cuanto a fallecidos, se han confirmado más de 57.000, es decir, menos que en Francia (59.072).
La poca cantidad de exámenes de diagnóstico que se realizan podrían poner en entredicho las estadísticas, pero también es cierto que ningún país ha observado ningún pico de exceso de mortalidad, que sería indicio de una propagación del virus. Aun así, el profesor Nkengasong instó a principios de diciembre al continente a prepararse para una “segunda oleada que indudablemente llegará”.