Los cinco municipios de Madrid que han evitado el coronavirus
Los vecinos de estos pueblos que aguantan libres de COVID-19 temen mantener contacto con la capital debido a su delicada situación epidemiológica.
La Comunidad de Madrid vuelve a ser la región con mayor transmisión de coronavirus en España después de notificar una tasa de 710,28 contagios por 100.000 habitantes en dos semanas. Cuesta creer que haya municipios madrileños que no hayan sucumbido al virus, con mayor o menor gravedad. Sin embargo, hay cinco pueblos de la sierra donde la COVID-19 no se ha atrevido a aparecer, bien por el frío que hace o bien por la forma de vida de sus pocos vecinos. Se trata de La Hiruela (50 habitantes), Robledillo de la Jara (80 habitantes, Navarredonda y San Mamés (136 habitantes), Somosierra (86 habitantes) y Horcajo de la Sierra (147 habitantes).
Un caso sospechoso en Somosierra
Somosierra es el último pueblo de la comunidad de Madrid por el norte, situado a casi 1.500 metros sobre el nivel del mar. Por aquí se asomó el coronavirus. “Tuvimos un caso en marzo que tenía toda la pinta”, afirma el alcalde, Francisco Sanz, en El País. No pudo confirmarse que fuera un contagio de COVID-19 porque no se realizó prueba alguna, pero Sanz está muy seguro de que se trataba de un caso positivo: “Era blanco y en botella”.
El alcalde cuenta que un día de marzo apareció la ambulancia en el pueblo, de la que salieron dos enfermeros con el traje blanco de EPI. Pronto el miedo de que el virus había llegado sembró el pánico en los vecinos. Sin embargo, la familia que supuestamente había contraído la enfermedad cumplió rigurosamente con la cuarentena y, desde entonces, ya no ha habido ni rastro de la temida pandemia. “Todos mis vecinos se han portado muy bien”, manifiesta orgulloso.
Unos vecinos que se sienten muy seguros en su pueblo y se muestran reacios a tener cualquier tipo de contacto con la capital, que está viviendo un momento muy delicado. “Yo no bajo a Madrid ni loca”, expresa Yolanda Cerezo, la dueña del único hotel del pueblo, quien asegura también que sus dos hijos, de 17 y 16 años, están limpios. “Y cuando me dice que viene uno de sus amigos de Madrid le digo que no”. Por otra parte, su hermano Alfonso, el carnicero del pueblo, asegura que el coronavirus no se asoma por el pueblo porque hace muchísimo frío. Basa su teoría en que cuando era joven caminaba con sus vacas y perros por la ladera de la montaña. Relata que los animales iban llenos de garrapatas “y al pisar Somosierra, del frío, todas estaban muertas”.
Error en los datos de Horcajo
Adrián Manzanares Uceda tiene 27 años y es el alcalde de Horcajo de la Sierra, otro pueblo donde no ha llegado la COVID-19, algo de lo que se enorgullece. Sin embargo, en mayo tuvo un pequeño sobresalto cuando, por error seguramente, Horcajo salía como el pueblo con mayor incidencia en los datos que publicaba el Gobierno regional. Al final todo se arregló, pues en los siguientes comunicados, el municipio ya aparecía con cero casos.
Los vecinos de este pueblo también muestran su temor a pisar Madrid, aunque la vida en el pueblo sea menos divertida. “Estoy muy a gusto lejos del coronavirus, aunque hay poca diversión. No te puedes arrimar a la gente y tienes que llevar la mascarilla puesta. Que nos tengamos que ver así, con lo bonita que era la vida”, reflexiona José Sanz, de 75 años. Además, cuenta que uno de sus hermanos mayores, de 82 años, murió a causa de esta enfermedad en marzo y él, población de riesgo, por edad y porque sufrió un infarto hace 22 años, está más tranquilo en el pueblo que en la capital: “Hay poco público y estamos al aire libre, en plena sierra. Es difícil que nos alcance. La gente sale poco. Se conoce que hay mucha gente que le tiene mucho miedo”.
Garganta de los Montes sucumbió al final
Al otro lado de la sierra, Garganta de los Montes estuvo libre de coronavirus hasta hace dos semanas. Su alcalde, Juan Carlos Carretero, pidió a los bares y casas rurales que cerraran antes de que Ayuso decretara el cierre los establecimientos no esenciales. Incluso se ofreció a hacer la compra a sus vecinos para que salieran de casa lo menos posible, lo que se otorgó el apodo de “alcalde Amazon”.
Al acabar el confinamiento la población pasó de 350 a 425 personas, algo que “aparecerá en los libros de historia como el éxodo urbanito de 2020”. Una migración que acabó por resultar perjudicial. En verano se triplicó la población, la situación se descontroló y apareció el coronavirus. Dos casos en poco tiempo. Sin embargo, el alcalde afirma que desconoce quienes son o si viven ahí: “El problema es que no nos dan datos a los alcaldes. Creo que deberían, cumpliendo la protección de datos. Nadie mejor que un alcalde puede controlar a la persona que está infectada y su círculo”.