CORONAVIRUS

Los aerosoles son la principal vía de propagación del coronavirus

El investigador José Luis Jiménez considera que las autoridades sanitarias deben cambiar sus mensajes para ayudar a la población a protegerse mejor.

Los aerosoles son la principal vía de propagación del coronavirus
Carlos Castro - Europa Press Europa Press

Llevamos muchos meses conviviendo con la pandemia de la COVID-19, que ya ha causado más de 777.000 muertes en todo el mundo, pero todavía no conocemos completamente su comportamiento. Algo que genera una elevada inquietud de cara al otoño, cuando las autoridades prevén que la situación epidemiológica podría empeorar. Los expertos de salud pública, como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU., nos dan algunos consejos para protegernos de los contagios, como usar las mascarillas, lavarnos las manos con frecuencia, mantener una distancia de uno a dos metros con otras personas o desinfectar superficies que toquemos.

Sin embargo, José Luis Jiménez, profesor de química en la Universidad de Colorado Boulder e investigador de Ciencias Ambientales, opina que para saber cómo protegernos es imprescindible conocer las vías de contagio. Y la forma de propagación más importante, según recoge Jiménez en un artículo escrito en El País, son los aerosoles: “Las pruebas a favor de los aerosoles son más sólidas que las pruebas a favor de otras vías. Es hora de ser más contundentes y decirle a la población qué medidas deben tomar para protegerse. Cuanto antes lo hagamos, antes podremos controlar la pandemia”.

Hay que aprender del error cometido con la tuberculosis

El profesor de química enumera tres vías por las que se puede transmitir el coronavirus: fómites, gotículas y aerosoles. Respecto a los fómites, el contagio se produce “cuando tocamos superficies o personas contaminadas con el virus, y luego nos tocamos los ojos, fosas nasales o boca”. Esta creencia llevó a muchas personas a desinfectar los alimentes o paquetes con lejía. Pero los CDC han desvelado que esta vía de transmisión es menos importante que otras.

La segunda posibilidad de contagio se produce a través de gotículas, “pequeñas partículas de saliva o líquido respiratorio que expulsan las personas infectadas cuando tosen, estornudan o simplemente hablan”, vía principal de transmisión según la OMS y los CDC. José Luis Jiménez, por su parte, no comparte esta teoría y alega que no existen “pruebas directas” que la demuestren: “No solo para COVID-19, sino que la transmisión por gotículas nunca se ha demostrado directamente para ninguna enfermedad en la historia de la medicina”. Para confirmar su creencia, se basa en una investigación que muestra que “las gotículas sólo son importantes al toser y estornudar”, ya que caen al suelo entre uno y dos metros y son visibles, por lo que “podemos ver y comprender fácilmente esta ruta de contagio”.

En esta línea, el experto considera que debemos prestar atención al error que se cometió con la tuberculosis años atrás. “Durante décadas se pensó que la tuberculosis se transmitía por gotículas y fómites, basándose en la observación de infección en proximidad cercana. Pero posteriormente se demostró que la tuberculosis solo se puede transmitir a través de aerosoles. Creo que la OMS ha cometido un error similar con la COVID-19”, escribe en el artículo. Es por eso que hay que prestar especial atención a esta tercera vía de contagio que son los aerosoles. “Esta vía es similar a la transmisión por gotículas, excepto en que las partículas de saliva o fluido respiratorio son tan pequeñas que pueden permanecer en el aire durante minutos u horas”, explica Jiménez.

Dispersión más rápida

El peligro de los aerosoles, según sostiene el profesor, radica en que se dispersan mucho más rápido que las gotículas. De ahí que estos dominen la transmisión. Pone como ejemplo el humo de los cigarros: “Si estuviera cerca del fumador mientras habla, inhalaría una gran cantidad de humo. Reemplace el humo por aerosoles que contengan virus, que se comportan de manera muy similar, y el impacto sería el mismo: cuanto más cerca esté de alguien que exhale aerosoles portadores de virus, más probabilidades tendrá de respirar una cantidad de virus suficiente para que se produzca el contagio”.

De esta forma, el rastreo de contactos muestra que el exterior es 20 veces más seguro que el interior, ya que en una habitación mal ventilada las partículas de los aerosoles se acumulan y las personas que se encuentran en ella las inhalarán. “Sabemos que al hablar emitimos 10 veces más aerosoles que cuando respiramos y que al cantar y gritar esa emisión aumenta 50 veces. De hecho, los brotes a menudo ocurren en espacios interiores con mucha gente y poca ventilación, como al cantar en fiestas de karaoke, conversar en bares y hacer ejercicio en gimnasios”, aclara Jiménez, que añade que “los brotes de superpropagación, en los que una persona infecta a muchas otras, ocurren casi exclusivamente en lugares cerrados”.

¿Cómo podemos protegernos de los aerosoloes?

Jiménez afirma que la COVID-19 “no es muy contagiosa en la mayoría de las situaciones, a diferencia de, por ejemplo, el sarampión: los CDC dicen que estar cerca de una persona infectada con COVID-19 durante 15 minutos puede causar el contagio”. No obstante, debemos llevar cuidado y protegernos bien de ella porque puede causar graves complicaciones. Para ello, desde el punto de vista del experto, no es suficiente seguir las recomendaciones de las autoridades porque muchas personas sienten la falsa seguridad de que manteniendo uno o dos metros de distancia en lugares cerrados están a salvo debido a que la OMS solo recomienda la mascarilla en interiores en caso de no poder mantener esta distancia. “Hasta que no cambien los mensajes, incluida una descripción clara de la importancia de la vía de los aerosoles, nuestra capacidad para controlar la pandemia se verá limitada”, expone.

Así, el investigador propone que “debe surgir un conjunto de recomendaciones nuevo, coherente y lógico para reducir la transmisión de aerosoles”. En él estaría incluido evitar los sitios con aglomeraciones, donde algunos no llevan mascarillas o “en interiores, con ventilación baja, proximidad cercana, duración prolongada, o donde se habla, canta o grita”, pues estos son los factores de riesgo más importantes. En este sentido, sugiere realizar “tantas actividades como sea posible al aire libre” porque el contagio, aunque posible, es menos probable que en interiores.

También insiste en el uso de las mascarillas, aunque pueda mantenerse la distancia de seguridad. No tienen por qué ser “EPI” o FFP2, lo importante es que “se ajusten bien, ya que no son solo un parapeto contra las gotículas balísticas, sino además deben de evitar que el “humo” entre (o salga) a través de los huecos”. Por eso, “no debemos quitarnos las mascarillas para hablar, ni permitir que alguien nos hable sin mascarilla”.

En cuanto a los espacios cerrados, el experto destaca que es importante “aumentar la cantidad de aire interior que se reemplaza por aire exterior, abriendo ventanas o ajustando los sistemas mecánicos” y subraya la necesidad de contar con “mejores filtros instalados en muchos sistemas de ventilación que recirculan parte del aire”. Sobre este aspecto, informa que los filtros HEPA son ideales para reducir los aerosoles con virus, aunque, consciente de su elevado precio, desvela que “por menos de 40 euros se pueden fabricar fácilmente sistemas de filtración de aire provisionales. Numerosos test han demostrado que funcionan”, aunque, como cualquier medida, no eliminan completamente la posibilidad de contagio.