El coronavirus no es la única epidemia que preocupa en la actualidad a China, después de que dos personas hayan perdido la vida a causa de la peste bubónica en la región de Mongolia Interior, tal y como ha informado la prensa del país asiático.

El pasado viernes fallecía la segunda persona a raíz de esta enfermedad en la ciudad de Bayannur, por lo que el gobierno del país se ha puesto en alerta para evitar la propagación. De este modo, siete contactos cercanos del fallecido están en observación y en aislamiento. Hasta el momento, los resultados de los análisis son negativos y ninguno ha presentado síntomas. Como medida adicional, se ha procedido a sellar el domicilio.

Desde este viernes el gobierno ha aumentado el nivel de alerta de prevención y control de la peste, una medida que se mantendrá hasta el final del año. Una decisión que ya tomó en su día la ciudad de Baotou, donde falleció una persona por el mismo motivo el jueves, informa Global Times.

"La peste está presente desde hace mucho tiempo y el sistema de respuesta de Mongolia Interior para la enfermedad, que incluye seguimiento sobre el terreno y sistemas de aniquilación de ratas, está suficientemente preparado para controlarla", señala el subdirector de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Pekín, Wang Peiyu.

¿Qué es la peste bubónica?

Se trata de una zoonosis bacteriana provocada por la bacteria Yersenia pestis, presente en animales pequeños y pulgas que los parasitan, y se transmite de animales a humanos por la picadura de una pulga infectada, por contacto directo, por inhalación o por ingestión de materiales infecciosos.

Al infectarse, el ganglio linfático se inflama y da lugar a una tensión dolorosa del tejido que se conoce como bubón, como indica la Organización Mundial de la Salud en su página web. Sin un tratamiento esta enfermedad puede causar la muerte en poco tiempo, por lo que la detección precoz es importantísima.

Este tipo de peste tiene un periodo de incubación de uno a siete días, y los síntomas más comunes son la fiebre, escalofríos, dolor de cabeza, debilidad, náuseas y vómitos.

La OMS contabiliza durante entre 2010 y 2015 hasta 3.248 personas infectadas y 584 fallecidos.