Alemania celebrará un concierto para conocer cómo se propaga el coronavirus
Aquellos quieran participar en la prueba deben tener entre 18 y 50 años, dar negativo en COVID-19 y registrarse en la página web del proyecto.
La industria musical se ha visto gravemente afectada por la pandemia de la COVID-19. La ciencia ha demostrado que el virus se propaga más rápido en espacios cerrados y abarrotados. Por eso, aunque muchos conciertos pueden ser al aire libre, se recomienda esperar un tiempo para volver a celebrarlos. Porque evitar la masificación es complicado, además de que los asistentes no podrán evitar cantar o saltar, por lo que la saliva que podrían desprender aumentaría el riesgo de contagio.
Sin embargo, no se sabe con certeza la rapidez con la que se propaga el coronavirus en estos eventos. De ahí que algunos científicos alemanes hayan decidido lanzar un experimento para comprobarlo.
Concierto científico
Científicos alemanes están convocando a 4.000 voluntarios para que asistan a un espectáculo de música en directo con el fin de rastrear y combatir la propagación del virus en salas de conciertos. Este proyecto se llama Restart-19 y lo llevan a cabo investigadores de la Universidad Martin Luther de Halle-Wittenberg. Actualmente, ya cuenta con más de 1.000 inscripciones y cualquier persona puede ir. Solo debe demostrar que tiene entre 18 y 50 años, dar negativo a COVID-19 y registrarse en la página web del proyecto.
Con un coste que se acerca al millón de euros, se espera que el resultado ayude a "identificar un marco" para las formas en que se pueden celebrar grandes eventos de música, entretenimiento y deportes "sin representar un peligro para la población" después de septiembre. También se podrá valorar qué cambios pueden ser necesarios para minimizar este riesgo.
El concierto tendrá lugar el 22 de agosto en el Arena de Leipzig y sus asistentes podrán ver a Tim Bendzko, conocido cantante y compositor alemán de soul-pop.
Medidas de seguridad
Las personas que se sumen a la iniciativa tendrán que realizarse una prueba 48 horas antes del concierto para comprobar su estado de salud. Justo antes de acceder al recinto, cada voluntario recibirá una mascarilla y un dispositivo de contacto con forma de cadena que tendrán que colocarse en el cuello para medir sus movimientos y la proximidad con otras personas.
Además, los participantes deberán lavarse las manos con un desinfectante fluorescente con el que los científicos podrán escanear el lugar con luces ultravioletas después de la actuación para determinar qué superficies se han tocado más, volviéndose "particularmente peligrosas". También deberán emplear el alcohol en gel ya establecido por las autoridades. Por otra parte, una máquina de niebla liberará vapores para ayudar a ver el camino de la COVID-19 utilizando aerosoles.
Tres escenarios
En el concierto, los voluntarios serán divididos en grupos que vivirán tres situaciones diferentes, con sus respectivos protocolos. En una de ellas se simulará una actuación propia de cuando la pandemia no había comenzado, es decir, sin distanciamiento ni medidas de higiene. Otro grupo ingresará a la sala multiusos siguiendo estas medas. Y en la tercera los asistentes serán ubicados en gradas a 1,5 metros de distancia entre ellos. En las tres situaciones que de desarrollarán a lo largo del día, Tim Bendzko ofrecerá el concierto para observar el comportamiento de la audiencia de la manera más realista posible. También se simulará la llegada y salida del público al lugar.
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