"Los casos empezaron entre la población muy poco después de las demostraciones que todos conocéis bien". Así trata Donald Trump de redirigir la culpa por la preocupante situación de la epidemia de coronavirus en Estados Unidos a las protestas del Black Lives Matters que llevan semanas ocupando las calles del país.

"Presumiblemente han generado una relajación más amplia de las medidas de mitigación y un incremento sustancial en los viajes", añadió el presidente en una rueda de prensa el miércoles. Estados Unidos acumula más de 3,9 millones de casos y más de 142.000 muertes. La situación está descontrolada en estados como Florida, uno de los primeros en hacer caso a Trump cuando este empezó a espolear hace semanas un levantamiento general de las restricciones de movilidad para reactivar la economía.

"El mayor número de aglomeraciones en días como el Día de la Independencia, así como la gente joven congregándose en bares y otros sitios, como por ejemplo playas, también han contribuido", cree el presidente, que en el reparto de culpas también en esto señaló a México: "Compartimos una frontera de 2.000 millas, como sabemos muy bien, y allí los casos están aumentando. Es un gran problema para México".

Las cifras no cuadran

Sin embargo las cifras no casan con lo que dice Trump. Nueva York, una de las ciudades más castigadas hace meses, ha conseguido aplanar su curva al tiempo que acogía algunas de las mayores protestas surgidas a raíz de la muerte del afroamericano George Floyd a manos de un policía blanco en Minnesota. Mientras tanto, el presidente aboga por reabrir también las escuelas, lo que podría generar nuevas aglomeraciones: "Tenemos un estrategia nacional. Quiero las escuelas reabiertas. Tenemos grandes estadísticas en las escuelas y la gente joven".