La COVID-19 actúa igual que una enfermedad de transmisión sexual
El coronavirus, como en las ETS, se propaga antes de que las personas presenten síntomas. Además, la severidad también es diferente en cada individuo.
La principal preocupación de los investigadores cuando se enfrentan a un virus es lograr controlar la propagación del patógeno y ante el coronavirus el problema que tienen ante sí es muy grande. La razón es sencilla: cuando una persona que se ha infectado empieza a tener síntomas, ya ha estado transmitiendo la COVID-19 durante varios días. Además, luego están los asintomáticos, que no presentan ninguna evidencia de haber sido contagiados, por lo que propagan la enfermedad sin saberlo y sin poder tomar medidas concretar para frenar los contagios.
Es decir, se tengan o no síntomas, el virus cumple su función evolutiva, que no es otra que propagarse. En este sentido, tal y como destacan en The Conversation los investigadores Athena Aktipis, de la Universidad de Arizona, y Joe Alcock, de la Universidad de México, el coronavirus actúa de forma similar a como lo hacen las enfermedades de transmisión sexual. Cuando un individuo contrae alguna de estas enfermedades, continúa sintiéndose bien, no nota ningún cambio y por tanto puede contagiar sin saberlo a otras personas.
Al igual que el coronavirus, el VIH o la sífilis son relativamente asintomáticos por una gran parte del tiempo en que son contagiosas. Con la COVID-19 incluso el problema es mucho mayor, puesto que estudios recientes revelan que entre el 40 y 45% de las personas que contraen el patógeno resultan ser sintomáticos.
Letalidad del coronavirus
Otro aspecto en el que la COVID-19 tiene similitudes con las enfermedades de transmisión sexual es en la severidad que provoca. Hemos visto que el coronavirus puede causar la muerte en muchas personas, pero a la vez pasa sin producir síntomas por muchos organismos. Las características de cada persona suelen jugar un papel clave en este sentido: la edad, la existencia de otras patologías o la respuesta inmunitaria de cada uno.
La severidad y la transmisibilidad, por tanto, son dos de los aspectos clave en la lucha por el coronavirus, tal y como ocurre con las enfermedades de transmisión sexual. Las investigaciones siguen su curso y cada vez se tiene más información para frenar el avance del virus, pero no es tarea sencilla. Las enfermedades de transmisión sexual, de nuevo, son un ejemplo en ese caso.