Identifican factores genéticos que aumentan el peligro de desarrollar formas de COVID-19
El grupo sanguíneo A se asocia a un 50% más de riesgo de necesitar asistencia respiratoria en caso de contagio, mientras que el grupo 0 confiere un efecto protector.
Un estudio publicado en la revista New England Journal of Medicine ha identificado por primera vez factores genéticos que aumentan el riesgo de desarrollar insuficiencias respiratorias en pacientes con coronavirus. La investigación, que ha contado con la participación del hospital Vall d'Hebron de Barcelona, ha determinado que la variabilidad genética influye en el desarrollo de la enfermedad.
En el análisis, se ha demostrado que variantes de dos regiones del genoma se vinculan a un mayor riesgo de desarrollar un fallo respiratorio en enfermos contagidos con la COVID-19. Una de estas regiones está en el cromosoma 3 y puede afectar la expresión de genes que permitirían la entrada del virus.
Su variante genética abarca una región de 6 genes que pueden tener una función muy importante en la gravedad de la enfermedad. Aunque según los investigadores, todavía es pronto para saber cuál de estos genes puede influir en la evolución, pero sí se ha probado que el coronavirus se une a la proteína ACE2 y la estabiliza.
El grupo sanguíneo
Otro cromosoma vital es el 9, que determina el grupo sanguíneo del sistema ABO. Según los datos obtenidos en la investigación, el grupo sanguíneo A se asocia a un 50% más de riesgo de necesitar asistencia respiratoria en caso de contagio. En contraposición, el grupo 0 tiene un efecto protector ante el desarrollo de una insuficiencia respiratoria, con un 35% menos de riesgo.
Por ello, destacan la asociación entre las variantes genéticas de estos cromosomas y la gravedad en el desarrollo de la enfermedad. Además, también subrayan que la variante del cromosoma 3 es más frecuente en personas más jovenes (59 años de media), lo que podría explicar la gravedad en ciertos casos de este grupo poblacional.
Más de mil muestras
El estudio comenzó entre abril y marzo, coincidiendo con el pico de la pandemia en España e Italia. Se recogieron muestras de 1.610 pacientes contagiados que necesitaban respiración asistida y se extrajo ADN de dichas pruebas. Posteriormente, se analizaron en Kiel (Alemania) con ayuda de genetistas y bioinformáticos, incluyendo el soporte financiero de filántropos noruegos.