Italia autoriza la total movilidad entre sus regiones a partir del próximo 3 de junio. Así lo ha anunciado Giuseppe Conte, primer ministro del país: "El bloqueo total no tiene ya sentido. No se puede tener prisioneros a diez millones de lombardos por veintidós mil afectados, que representan el 0,2 % de la población del país".

Con esta decisión, que permitirá reactivar la economía y el turismo, los habitantes podrán moverse libremente a través del país desde el miércoles, y los ciudadanos de la Unión Europea tampoco tendrán limitaciones. Además, la llegada de visitantes procedentes de fuera de la Unión está prevista para el próximo 15 de junio.

Los datos transalpinos continúan teniendo buena evolución, tanto en contagios como en fallecidos, lo que ha llevado a eliminar las restricciones de movilidad incluso en Lombardía, la región más afectada: "Los datos de la monitorización son buenos, van del 18 al 16 de mayo y la tendencia de contagios de COVID-19 continúa en descenso", declaró el viernes en La Repubblica el ministro de Salud, Roberto Speranza.

Caída del PIB

Una de las posibles razones que le han llevado a Conte a tomar esta decisión se debe a que el Producto Interior Bruto (PIB) del país se está desplomando. La economía italiana es la tercera mayor de la eurozona y ayer se supo que en el primer trimestre de 2020 había registrado una contracción récord del 5,3%, la mayor de la actual serie histórica, registrada desde 1995.

También fue decisiva la advertencia lanzada por Ignazio Visco, gobernardor del Banco de Italia: "Se corre el riesgo de que el PIB caiga al 13%, sirve un pacto social entre Gobierno, empresas, sindicatos e instituciones".

Entre enero y marzo de este año, las importaciones de Italia registraron una caída del 6,2%, mientras que las exportaciones disminuyeron un 8%. Respecto al consumo de los hogares, retrocedió un 6,6%, y el del Gobierno un 0,3%.

Riesgo de nueva oleada

Silvio Brusaferro, máximo responsable del Instituto Superior de Sanidad del país, reconoció en una comisión parlamentaria que existe "riesgo de una segunda oleada en otoño, porque en esta época aumenta la probabilidad de transmisión ya que cambia el clima y permanecemos más en ambientes cerrados. Es un dato objetivo".

Por ello, y para evitar una mayor propagación, Brusaferro apuesta por "identificar cuanto antes los casos sospechosos y aislarlos. Localizar precozmente los contactos es uno de los puntos esenciales de la estrategia de control".