China, país de origen del COVID-19 y primero en controlar la pandemia a gran escala, comenzó a finales de abril el retorno de sus niños a los colegios en las provincias menos afectadas. Desde entonces, e iniciando el proceso por los más mayores, han ido retomando sus estudios con estrictas medidas de seguridad tanto a la entrada como dentro y a la salida del recinto para evitar un nuevo rebrote de la enfermedad.

Tras haber desarrollado sistemas de desinfección y medición de temperatura a las entradas de las aulas, diversos colegios de cinco distritos de Pekín van un paso más allá, el control de temperatura también durante las clases. Un sistema todavía a prueba que consiste en unos brazaletes electrónicos que envían la información sobre la temperatura de los niños a tiempo real tanto a los profesores como a sus padres. Una forma de monitorizar constantemente su estado donde en el caso de que un alumno aumente su temperatura corporal por encima de los 37,2 grados emitirá una alarma con una comunicación directa también con la policía de la ciudad. 

El brazalete tiene un uso similar a las pulseras utilizadas para hacer ejercicio que miden las constantes vitales, la distancia o las calorías consumidas. Este lleva un sensor incorporado que toma automáticamente la temperatura corporal de la persona que lo porta y emite una alerta si se detecta una lectura elevada. Según informó Global Times, el programa piloto del brazalete se ha probado en 18 escuelas de enseñanza media entre el 30 de abril y el 8 de mayo, donde al concluir las clases los alumnos dejan los dispositivos en el centro escolar y cuya colocación no conlleva más allá de un par de minutos.

La información emitida por el brazalete no contiene datos personales, tan sólo el nombre del alumno y su temperatura durante las clases. China se ha volcado en la evolución tecnológica para tratar de controlar un posible rebrote de los casos de coronavirus en el regreso a la vida cotidiana en el que lleva sumergido el país desde hace un mes.