Coronavirus: ¿qué es el síndrome de la cabaña?
El estado de alarma ha obligado a estar confinado y ha cambiado la rutina de las personas. Los peligros de estar mucho tiempo en casa son evidentes.
El confinamiento ha cambiado la forma de vida de la población. El hecho de solo poder salir de casa para trabajar, realizar la compra o en situaciones urgentes ha trastornado nuestro modelo rutinario. Donde antes apenas había limitaciones y había libertad para prácticamente todo, ahora sólo hay restricciones. El cambio ha sido brutal y de un día para otro. Se venía avisando que el coronavirus iba a modificar nuestras pautas de vida, pero jamás se pensaba que íbamos a sumar, mínimo, ocho semanas en casa una vez aprobada la prórroga del estado de alarma hasta el 9 de mayo.
El encierro en casa ha provocado que la mayoría de las personas hayan tenido que habituarse a una realidad desconocida. Una situación nueva a la que hay que hacer frente y que tiene sus peligros. Uno de ellos es el conocido como síndrome de la cabaña. Este trastorno es un estado mental que se da en personas que forzosamente viven dentro de espacios estrechos, remotos, aislados o monótonos. Las órdenes de aislamiento, distanciamiento y confinamiento dictadas por la pandemia del coronavirus están haciendo que de forma ineludible tengamos que estar en casa mucho más tiempo del que estamos acostumbrados.
Eso está provocando sensación de aburrimiento, insatisfacción, monotonía e incluso necesidad de romper la rutina. Evidentemente, cada persona lo gestiona de una manera distinta, pero en los peores casos, se está dando el llamado síndrome de la cabaña, avivado por el confinamiento obligado por el coronavirus. Esta patología no está tipificada de forma oficial, pero los expertos reconocen que es un síntoma que han estudiado y que intentan combatir, en especial en estos momentos. La irritabilidad, inquietud e incluso depresión se están dando en las personas que lo sufren.
Recomendaciones para combatirlo
Las recomendaciones de los psicólogos van encaminadas a intentar en la medida de lo posible y dentro de los límites que establece estar confinado en un domicilio, recuperar una rutina lo más cotidiana posible. Es decir, intentar llevar una vida ordenada, con una alimentación sana, hacer ejercicio periódicamente tal y como se hacía antes del estado de alarma, hacer planes futuros para cuando vuelva la normalidad, tener contacto con amigos y familiares fuera del núcleo familiar. En definitiva, representar lo más fielmente posible lo que era un día cotidiano antes del confinamiento, sabiendo que hay evidentes diferencias.
Solo de esta forma estaremos poniendo barreras sobre el síndrome de la cabaña. No hay que olvidar que éste afecta a una persona, pero puede acabar extendiéndose al resto de las personas del entorno. La peligrosidad es evidente, los cuadros más graves provocan depresión. Por eso, los expertos advierten sobre él en este momento tan especial y animan a toda la población a ser positivos y mantener la vida y contacto social con nuestro círculo cercano.