Mario Casas (34) se ha caracterizado en los últimos tiempos por sus constantes transformaciones físicas. Y es que, el actor gallego lleva desde 2016 alternando personajes más voluminosos con otros más escuálidos lo que le sitúa, salvando las distancias, con otros referentes de ese método interpretativo que aboga por una inmersión profunda en cada papel y que quizá tiene su máximo exponente en Christian Bale, al que Casas pone como ejemplo.

“Quise hacerme un Christian Bale”, explica el actor en una entrevista con Fotogramas para definir su experiencia en El practicante (Netflix) , donde interpreta a un parapléjico “consumido emocionalmente” que obligó al gallego a una nueva trasformación física, una más en su carrera tras las protagonizadas en Toro, El fotógrafo de Mauthausen, Bajo la piel del lobo o Adiós.

Para interpretar a Ángel, un técnico sanitario que sufre un accidente, Casas llegó a adelgazar 10 kilos -8 antes de iniciar el rodaje- y a vivir como su personaje, es decir, durante unas cuantas semanas experimentó el día a día de una persona con una importante discapacidad física.

“He estado dos meses sin bajarme de una silla de ruedas. Antes de arrancar el rodaje estuve dos semanas en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo hablando con los pacientes. Luego me fui al Instituto Guttmann de Barcelona y allí conocí a Mario Roque, un chico con un físico muy parecido al mío y que sufría una lesión similar a la que contamos en la película. Me enseñó a hacer las transferencias a la cama, al baño y estuvo presente en el rodaje”, señala el actor.

Así pues, nueva vuelta de tuerca de Mario Casas, que ha renunciado definitivamente al encasillameinto en su ya dilatada carrera y que en su última película nos ofrece una de sus interpretaciones más oscuras y obsesivas hasta la fecha.