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PSICOLOGÍA

¿Cuándo es el momento de acudir a una terapia de pareja? 6 síntomas que lo aconsejan

El objetivo final de una terapia de pareja es conseguir bienestar ya sea juntos o separados, ya que en ocasiones la finalidad puede ser mediar para que una hipotética separación se produzca en las mejores circunstancias.

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Es una situación complicada a la que en principio nadie se quiere enfrentar, pero en ocasiones puede ser necesaria y altamente recomendable. El objetivo final de una terapia de pareja es conseguir bienestar ya sea juntos o separados, ya que en ocasionies la finalidad puede ser perfectamente mediar para que una hipotética separación se produzca en las mejores circunstancias.

Elegir el momento adecuado de cuando comenzar una terapia y más en terapia de pareja es de vital importancia, ya que, el éxito está muy relacionado con el momento en el que una pareja decide pedir ayuda. Como norma general, el momento ideal es cuando uno de los dos miembros de la pareja siente que algo está cambiando, empieza a sentir distanciamiento y malestar emocional”, asegura Javier Álvarez Cáceres, psicólogo especialista en Terapia Individual, Pareja, Familia y Acompañamiento de Procesos de Duelo, y miembro de la red Top Doctors.

Las parejas suelen acudir a terapia cuando el malestar es muy alto en alguno de los dos miembros. Dicha circunstancia hace que la intervención sea más complicada, lo ideal sería prevenir, cuidar la pareja, solicitar ayuda antes llegar a una situación de no retorno”, añade el experto, que asegura que la problemática debe tratarse desde las perspectivas cognitiva, emocional y conductual.

Signos que invitan a la terapia de pareja

Un signo de que una pareja necesita ir a terapia sería cualquiera que cree malestar a uno de los miembros de la pareja o los dos y que esté afectando a la dinámica de la pareja o de la familia. En general, los más comunes son los siguientes:

  • Problemas de comunicación. Sería cuando hablamos y hemos dejado de entendernos, oímos pero no escuchamos. Se produce una disonancia entre lo que pienso, lo que he dicho y lo que el otro ha entendido.
  • Dificultades en la intimidad y/o la sexualidad. Siempre me ha parecido imprescindible diferenciar intimidad y sexualidad. No es lo mismo parejas que tienen dificultades en la sexualidad por algún problema orgánico o emocional, que parejas que tienen un distanciamiento en la intimidad, en el quedarse a solas sin saber qué hacer, de qué hablar.
  • Proyecto vital. La pareja está en constante movimiento, lo que valía en un principio no tiene porque valer años después. Ir actualizando el proyecto vital de cómo la pareja va creciendo es fundamental para fomentar la unión de la pareja.
  • Dificultades con los hijos. La educación de los hijos suele ser un punto conflictivo dentro de una pareja. ¿Sabemos cómo queremos educar? ¿Cómo reaccionamos ante determinadas situaciones?
  • Discusiones. Las parejas tienen que perder el miedo a discutir siempre y cuando no se salten las líneas rojas de las faltas de respeto. No obstante, hay que saber discutir, hay que saber como plantear el desacuerdo y centrarse en el tema sobre el que estamos discutiendo. (Si estamos hablando de la educación de los hijos, la conversación no puede derivar a otros temas).
  • Infidelidad. Trabajar una infidelidad suele ser duro y doloroso. Es necesario entender qué ha pasado, trabajar la reconstrucción de la confianza y que se produzca una reparación del daño causado.

¿Cuánto dura y cómo es la dinámica?

A pesar de que hay un protocolo de intervención más o menos definido no todas las parejas son iguales. “En primer lugar, se realiza una primera sesión conjunta con ambos miembros de la pareja, y posteriormente una sesión individual con cada miembro de la pareja para realizar la evaluación. A partir de aquí las sesiones siempre son conjuntas, sería la fase de intervención terapéutica”, explica Álvarez Cáceres.

A mí me gusta decir que la terapia de pareja es como un traje a medida que hay que realizar a cada pareja, ese traje que hay que confeccionar lo vamos ‘diseñando’ en la primera sesión de evaluación. La ‘confección’ vendría dada por la problemática de cada pareja, atendiendo a qué área tienen más deteriorada, si es la cognitiva, la emocional o la conductual. No es lo mismo una pareja que viene a consulta por una infidelidad, en que normalmente el área emocional está muy deteriorada, que una pareja con un recién nacido en que probablemente el área conductual está más olvidada”, añade el experto que cifra en unas 10 sesiones la duración normal de una terapia. “Aunque es muy difícil hablar de plazos porque puede acortarse o prolonngarse en el tiempo”, concluye.